Camboya ertzain jubilatua Arkauten ikasle izan zuen Gaztelurekin urtebetetzea ospatzen ari da. Bien urtebetetzea, biak egun berean jaioak baitira, bost urteko tartearekin; abuztuaren 6an, 1945ean Hiroshiman bonba jaurti zuten horrexetan hain zuen. Ospakizuna itsasoan egitea deliberatu dute, Camboya-ren Amets Bi ontzian, hegaluzeak arrantzatzen dituzten artean. Horretan ari direla, haien Buru ohiaren, Nagusiren, txaleta zaintzeko zeuden hiru txakurren desagerketa ikertzeko laguntza eskatuko diote ertzain jubilatuari, zenbait urte lehenago Bizkaia aldean izan zen zakur-borroka apustuen kasua argitu zuenez gero. Txakurren kasuan sakondu ahala, mamu zaharrak agertuko zazkio Camboya-ri; garai latzetan hartutako erabakien pisuak habia egingo du ertzain zaharraren gogoan. Tostartekoen kontrako jazarraldiak, terrorismoaz akusaturikoen kontrako torturak; pisu batean zeraren militante baten heriotzarekin amaituko den segada; pilota-kolpe batez akabatutako gaztea; egindako estolda-lanek oraina hankaz gora jartzera etorriko dira. Edorta Jimenezen eleberri beltz honetan protagonista ezberdinen istorioak txirikordatzen joango dira, eta haiekin batera tortura, ustelkeria, biolentzia, sexua, erruduntasuna eta maitasuna, azkenean haien iragana eta patua guztiz nahastu arte. «BIZKAIA ZURIARI» KOLOREAK ATERA DIZKIO EDORTA JIMENEZEK «Nirekin zorra daukazu. Eta zorrak ez dira barkatzen edo ez barkatzen. Zorrak kitatu egiten dira. Nire kodea da» «Ez du gehiago entzun behar izan ezizenaren bidez beraren izena zikintzen hasiak direla jakiteko. Ezizena duen orok ezizana du?»

En aquel año del tifus dejamos a Sebastián Zubilleta camino de Inglaterra, navegando en la armada Txit Zorionekoa. Ahora ha llegado al destino. Un sitio llamado Portland, una punta de mar que casi llega a ser isla, al lado de la ciudad de Weymouth. No como él había soñado, lleno de gloria, sino preso.
El joven Sebastián, herido y olvidando los recuerdos de lo acontecido, intentará rehacer los pormenores de la Armada Invencible, así como averiguar el modo de escaparse a casa. En ese camino se encontrará con insospechados amigos, aparecerán nuevos enemigos y algunos personajes que ya conocimos en las dos anteriores novelas. Sebastián, tal y como le prometió al príncipe Machiavelli, actuará con todos ellos siendo astuto como un zorro y fuerte como un león.

El propio autor, Nboh, Naroa, Simone, Printzesa Kapritxosie, Klaudia, Maria, follan y conversan a lo largo de estas páginas; sexo y literatura, sexo y comida, sexo y música, sexo y sexo en la boca y a la boca. Jimenez ha juntado a todos ellos con James Joyce, Nora Barnacle, D.H. Lawrence, Corín Tellado, Henry Miller, Anais Nin, Mickey Rourke, R.L. Stevenson, Jacques Cousteau, Benito Lertxundi, Miles Davis, Rocco Siffredi, Gustave Flaubert, Boticcelli, Pier Paolo Passolini, Sade… Con pluma dura y un toque de locura, el autor ha escrito la historia del erotismo, de la literatura, de la pornografía, de la música; la historia del mismo Edorta Jimenez. Escribir autoficción es fácil cuando no se tiene nada de fundamento que contar. Pero la cosa se complica cuando se cuentan las vivencias más intimas y más pornograficas del propio autor.

La novela se desarrolla en una de las naves que conforman la Armada rumbo a Inglaterra, donde las diferentes razones e intenciones de los tripulantes se irán desentramando a lo largo del viaje. Marineros en busca de fortuna obligados a remar sin descanso, personajes oscuros, enamorados y huidizos, para quienes la supervivencia en el barco se convertirá en una batalla a muerte… Todos permanecen encerrados durante meses, compartiendo confesiones y miserias, haciendo frente a tempestades, epidemias y a la peor y más corrosiva de todas las pestes: la envidia.

En aquel año del tifus dejamos a Sebastián Zubilleta camino de Inglaterra, navegando en la armada Txit Zorionekoa. Ahora ha llegado al destino. Un sitio llamado Portland, una punta de mar que casi llega a ser isla, al lado de la ciudad de Weymouth. No como él había soñado, lleno de gloria, sino preso. El joven Sebastián, herido y olvidando los recuerdos de lo acontecido, intentará rehacer los pormenores de la Armada Invencible, así como averiguar el modo de escaparse a casa. En ese camino se encontrará con insospechados amigos, aparecerán nuevos enemigos y algunos personajes que ya conocimos en las dos anteriores novelas. Sebastián, tal y como le prometió al príncipe Machiavelli, actuará con todos ellos siendo astuto como un zorro y fuerte como un león.

Sucede con muchos hombres de las artes. La persona, su carisma, su vida, el nombre en definitiva llegan a hacer sombra a su obra. Nace el personaje, y todos quieren llevarse algo de él. La imagen del Hemingway sanferminero, amante de la fiesta, apasionado del mundo del toro, no es más que una de las tantas que el estadounidense nos dejó. Hay muchas más. Todas, sin excepción, responden a un pedazo de su vida y a un principio de leyenda. El Hemingway republicano, el espía, el borracho, el genial escritor, el cazador, el invitado de Rooselvet, el premio Nobel, el corresponsal de guerra conmovido por el bombardeo de Gernika, el amigo de los vascos en Cuba, el mujeriego, el liviano, el pelotazale, el devoto de la Virgen del Cobre… todos pasean por estas páginas de la mano de los más variopintos cicerones. El autor no ha querido sumarse a esta larga lista de historias sobre el polémico y críptico Hemingway, simplemente, mediante un extensísimo trabajo documental y de investigación, nos muestra que la muerte no tiene por qué significar el final de un escritor, que muchas veces los personajes de leyenda están al servicio de los intereses que les sobreviven, que los recuperan, los reinventan y los suben a su carro sin que la verdad sea nunca un obstáculo para ello.

Corre el año 1588. La Armada Invencible se presta a partir con rumbo a Inglaterra. Pero tuvo que hacer frente a la muerte sin ni siquiera descender del barco, a aquello a lo que llamaban tifus, aquello a lo que en el euskara de Sebastian de Zubileta se le denominaba “sukar ustela”. Algunos acudieron a la Armada en busca de fortuna, otros, los que contra su voluntad iban amarrados a la bancada, partieron como bogadores. Pero Sebastian, nacido marinero, partió a la huida. Del enamoramiento. En la novela Baleen Berbaroa apareció la Inquisición. Y desapareció. Sin mayores daños. En Sukar ustelaren urtea, sin embargo, su presencia cobra importancia. Y con ello tiene relación el libro que esconde Sebastian.

Más de 12 años. Era lunes, 26 de abril de 1937. Día de feria en Gernika. Por la mañana hizo tiempo primaveral. Pero en las guerras, el buen tiempo suele ser mal tiempo. De haber llovido los aviones no habrían volado. Pero no llovió y los aviones tomaron el cielo de Gernika. El periodista George L. Steer llegó a Gernika de noche y no podía creer la masacre que tenía ante sí. Al día siguiente escribió lo sucedido en The Times: “Los fascistas han bombardeado Gernika”. Y gracias a ello el mundo supo la verdad. A partir de 12 años.

El Literaturexpress Europa 2000 es el nombre del tren que atravesó Europa el pasado verano. En él se juntaron alrededor de 100 escritores de muy diversas lenguas, en un viaje que empezó en Lisboa y que acabó en Berlín. Edorta Jimenez fue el representante de la literatura vasca en ese tren. Ahora, además de contarnos sus vivencias, nos ilustra con descripciones e historietas sobre los escritores y la literatura que conoció. Todo esto, además, lo ha completado con la verdadera historia de esa Europa que nos quieren esconder y con los clamores de las culturas continuamente marginadas. Por eso, el lector encontrará en cada estación y pueblo los sucesos que se han perdido en las culturas y en la propia historia.

Edorta Jimenez nació en Mundaka, Bizkaia, en 1953. Reconocido poeta y autor de seis libros de poesía, su obra más reciente se centra en la narración, con varias novelas y multitud de cuentos publicados. La relevancia del autor en la actual literatura vasca nos ha llevado a publicar una nueva obra suya, y, tras disfrutar con "El último fusil" (ver colección Milia Lasturko), podemos ahora comprobar la maestría de Edorta Jimenez en un género no siempre suficientemente reconocido como es el cuento.
A través de catorce relatos de diversa factura con el mar como elemento común, Edorta Jimenez nos presenta en esta antología algunos de los temas y preocupaciones más presentes en su obra. Junto a relatos con base histórica que nos hacen recordar los últimos años de la guerra y primera postguerra, encontraremos otros en los que las relaciones humanas -el amor, la muerte...- centran el hilo argumental.