978-84-460-2998-4
Nuevos ensayos sobre el entendimiento
GOTTFRIED WILHELM LEIBNIZ
Editorial: Akal Fecha de publicación: 05/08/2016 Páginas: 736Formato: rústica, 18 x 12 cm.
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Esta es la primera edición española bilingüe de los Ensayos de Teodicea, el único libro que Leibniz publicó en vida y por el que fue principalmente conocido hasta el último tercio del siglo XVIII. La obra, culminación de su vasta trayectoria intelectual, constituye un colosal intento por mostrar que nuestro mundo ha de ser, y efectivamente es, el mejor de los posibles, eximiendo así a Dios de toda responsabilidad sobre el mal. Para justificar tal tesis Leibniz expone con detalle sus doctrinas capitales: sobre la posibilidad, la necesidad, la determinación, la contingencia y la libertad, entablando un pormenorizado debate con los grandes filósofos y teólogos contemporáneos suyos, y con muchos de los precedentes.
La presente edición incluye un extenso estudio introductorio y un aparato crítico de notas e índices de nombres y materias que sin duda permitirán al lector abordar del modo más eficaz el imprescindible texto de Leibniz.
Leibniz escribió este Discurso sobre la teología natural de los chinos en 1716, último año de su vida. No lo concluyó ni lo envió a Nicolás de Rémond, quien le había sugerido escribirlo y, con dicho fin, le había enviado los dos tratados de los misioneros en China en los que Leibniz se basó para su redacción. En él vertió las reflexiones de toda su vida acerca de China, de la condición humana, de las doctrinas no cristianas y de la evangelización. Los dos autores sobre los que trata habían muerto, de modo que se dirige a los sabios europeos que se habían interesado por China.
Leibniz discute sobre la interpretación más adecuada de los conceptos chinos y sobre las opiniones de Longobardi y Santa María acerca de ellos. Partidario de la doctrina acomodaticia de los jesuitas, considera erróneas las opiniones de ambos padres y sugiere que las consecuencias prácticas de dichos errores podrían ser contraproducentes para Europa. Como muchos en su época, Leibniz piensa en una posible alianza política de China con Europa cuyas ventajas serían inmensas. Exalta además las virtudes del emperador Khang-Hi, monarca ilustrado. Con esto, la imagen sobre el no europeo pasa de la idea del salvaje a la de un hombre que puede ser también refinado, cultivado y modelo de conducta.
Aunque se considera el Discurso como una obra menor y no se le ha prestado la atención debida, este escrito resume concepciones definitivas para Leibniz. Por ello merece ocupar un lugar entre las indispensables para conocer y comprender su pensamiento.
Estas edición incluye:
• Dos cartas de Leibniz a Nicolás François de Remond
• Tratado sobre algunos aspectos de la religión de los chinos, de Nicolás Longobardi
• Tratado sobre algunos aspectos importantes de la misión en China, de Antonio Caballero de Santa María
-- Edición de Lourdes Rensoli Laliga.
Los autores:
• Gottfried Wilhelm Leibniz (Leipzig, 1646-Hannover, 1716) fue un sabio universal. Cultivó las matemáticas, la física, la filosofía, la lógica, las ciencias jurídicas, la historia, la sinología, la música y la poesía. El sistema binario hoy empleado en cibernética le debe sus inicios. Se ganó la vida al servicio de importantes nobles de su tiempo y ello le permitió codearse con personalidades eminentes de toda Europa. Mantuvo correspondencia con Comenius, Kircher, Spinoza, los hermanos Bernoulli, la princesa Sophie Charlotte, devenida reina de Prusia, y Bossuet. Participó durante años en negociaciones para la unión de las confesiones cristianas. Impulsó el irenismo y la Europa unificada. Fundó y fue primer presidente de la Academia de Ciencias de Berlín, que prepara la monumental edición crítica de sus obras, entre las que destacan Discurso de metafísica, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Teodicea y Monadología.
• Antonio Caballero de Santa María, OFM. (Palencia, 1602-Cantón, 1669), estudió latín en la Universidad de Salamanca, y filosofía y teología durante su formación sacerdotal. Marchó a China, donde se interesó por la cultura y las religiones allí existentes y escribió algunos tratados sobre ellas con ayuda de un letrado chino. Fue nombrado prefecto de los franciscanos en China, donde residió el resto de su vida.
• Nicolás Longobardi, SI (Sicilia, 1566-Pekín, 1655), marchó a China como misionero en 1596 y estuvo al frente de la misión católica desde 1610. La obra aquí publicada fue censurada por la Compañía y destruida, pero algunos ejemplares sobrevivieron y fue finalmente publicada en París en 170
Para quien piensa que la libertad humana es capaz de elevarse hasta lo divino, pero también puede rebajarse hasta lo infernal, la teodicea de Leibniz representa un desafío extraordinario.
Los ensayos que componen este tratado ya clásico defienden que, incluso en el terreno de lo más espantoso e insalvable, ha de haber una razón suficiente para que, sabiendo Dios de antemano cuánto mal llenaría nuestro pequeño mundo, haya querido crear este infinito universo; y por tanto, si el hombre alza la mirada del espíritu a su conjunto, entiende que no cabía crear nada mejor.
El sistema de Leibniz, que lleva a culminación un modo peculiar, antiguo y prestigioso de pensar la realidad, invita a quienes no lo comparten y critican a proponer otro con al menos el mismo rigor y coherencia. En esta línea, la presente edición ha sido anotada con la idea de dar comienzo al diálogo que reclama el maravilloso ingenio de Leibniz y con el deseo de iniciar una vía diferente por la que buscar qué se deja entender y sentir de las elevaciones y desastres de nuestra naturaleza y del misterio divino.
Cada día enfrentado a una página en blanco, marcada sólo por un número. ¿Puede un filósofo decir cosas a un público más amplio que el tan estrecho, mejor, exiguo, que es el suyo, al albur de lo que va aconteciendo, al hilo de sus propias cavilaciones? ¿Pueden sus reflexiones interesar a quien nunca ha leído las difíciles páginas que suelen ser las filosóficas? ¿Tiene algún interés lo que dice fuera de sus complicaciones propias? ¿Es capaz de utilizar un lenguaje comprensible por los felices mortales, si no siempre -esto es poco menos que imposible-, almenos sí casi siempre? Más que más, en el fondo, ¿tiene algo que decir? Simplemente, te hago notar que un filósofo, por pequeño que sea, nunca piensa por suelto, sino en coherencia de red. Las cosas que va diciendo son composibles unas con otras, se engarzan en cohesión de pensamiento. Buscan la verdad. Esto es esencial. Si no, son palabritas echadas al viento.
Introducción, traducción y notas de Evaristo Álvarez Muñoz.
Redactada entre 1691 y 1693, aunque no vio la luz hasta 1749, "Protogaea" representa una de las primeras teorías científicas (o casi científicas) de la tierra. Concebida como preámbulo a la historia del ducado de Brunswick, la obra está basada en la experiencia de Leibniz como ingeniero en las minas del Harz. No debería entenderse "Protogaea" como un texto marginal o extravagante, sino como una muestra más de la coherencia que Leibniz logró articular, a lo largo de su vida intelectual, entre los diversos campos de conocimiento sobre los que proyectó sus intereses y los principios metafísicos que rigen el conjunto de su obra. Esta es la primera edición en castellano de "Protogaea".