978-84-15740-12-4
Ficción perpetua
José María Merino
Editorial: Menoscuarto Fecha de publicación: 08/05/2014 Páginas: 336Formato: Rústica, 21 x 14 cm.
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En Volver a las andadas se recogen doce relatos concebidos desde la infinita curiosidad por la condición humana y por los entresijos del lenguaje. La narrativa breve del murciano Ricardo Doménech (1838-2010) no solo resulta ser fiel reflejo de la evolución que el cuento español experimentó en la segunda mitad del siglo XX, sobre todo entre los sesenta y finales de los ochenta, sino que también brinda al lector un rico y complejo universo literario sobre ese territorio tambaleante que conocemos como realidad.
Rebeca Martín, antologa del libro, destaca la curiosidad infinita y el ansia de experimentación con el lenguaje como los dos rasgos más definitorios de unos cuentos que se mueven desde un inicial realismo social hasta la sombra nutritiva de Kafka, Borges y Cortázar.
Montero es traductor y poeta en una Barcelona de posguerra, una ciudad caótica, convulsa, sucia, viciosa y, por lo tanto, fascinante. Herido en una redada, Montero logra escapar gracias a la ayuda de Ana, la mujer de un cruel jefe de policía. A partir de aquí se teje una apasionante y enternecedora historia de amor frustrado en un ambiente de miedo castrador, de represión política y poesía en secreto, de exilio y retorno. Francisco González Ledesma no solo muestra en 'El adoquín azul' su habitual pericia técnica para narrar, sino también la hondura para dibujar el vacío del ser humano sin memoria.
Una historia doble que gira en torno a la felicidad y al azar.
La llave secreta de Eugenio Mandrini, uno de los grandes cultivadores actuales del microrrelato hispanoamericano, es bifronte: causa placer y al tiempo produce estupor, una mezcla no demasiado común de precisión narrativa con encantamiento poético. Se trata, por tanto, de intentar llegar a esa frontera donde el autor y el lector se funden para hacer de la literatura otro modo de imaginada locura, quizás otro posible camino de salvación. Estas criaturas –le dice Mandrini al lector cómplice– pueden ser tuyas, pero atrévete a no cerrar los ojos. Saltan. Enceguecen. Golpean con manos de caricia. Vuelven.