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5 de enero de 1800
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.
La firma de todas las cosas es una novela grandiosa que narra la historia de un siglo grandioso. Recorre todo el mundo, desde Londres hasta Perú, Filadelfia, Tahití o Ámsterdam. Habitada por personajes extraordinarios (misioneros, abolicionistas, aventureros, astrónomos, capitanes de mar, genios y locos), cuenta, por encima de todo, con una heroína inolvidable: Alma Whittaker, una mujer de la Ilustración que se yergue desafiante en la cúspide de la era moderna.
Elizabeth Gilbert, autora superventas de Come, reza, ama, nos trae un relato inspiracional como ruta de acceso a la vida vibrante y plena con la que siempre has soñado.
Vence al miedo y descubre el milagro de una vida creativa.La mayoría de los humanos tenemos una faceta creativa en nuestras mentes que casi nunca conseguimos o queremos desarrollar por motivos prácticos o personales. Gilbert defiende la necesidad de explorar la faceta creativa para alcanzar una existencia plena, superando el miedo (a la vergüenza, a hacer el ridículo, a perder el tiempo, a no ser tomado en serio) y abrazando la parte mística e intangible de la inspiración. La autora explica cómo tener una relación positiva con la creatividad propia, cómo se disciplinado pero no tomárselo demasiado en serio, cómo no albergar grandes expectativas pero no dejarse desanimar y cómo cada pequeño acto cotidiano, sea un dibujo, decorar la casa o hacer patinaje artístico, alimenta esa parte creativa de los humanos y no solo puede, sino que debe formar parte orgánica de nuestras vidas.
Al mismo tiempo desmitifica totalmente la figura del artista atormentado, defendiendo una actitud abierta, receptiva y positiva en busca de la inspiración como resultado de una curiosidad sana, una disciplina y una determinación que mantengan el ego a raya y permitan sobrellevar decepciones y fracasos.
«La creatividad es sagrada y al mismo tiempo no lo es.
Lo que hacemos importa muchísimo y al mismo tiempo no importa nada.
Trabajamos en soledad, y nos acompañan espíritus.
Estamos aterrorizados y somos valientes.
El arte es una tarea abrumadora y un privilegio maravilloso.
El trabajo quiere ser hecho, y quiere ser hecho por ti.»
Elizabeth Gilbert
Reseña:
«Su avalancha de optimismo, aderezada con la dosis de humor de quien habla por experiencia, servirá de mantra a más de un lector.»
El País