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Kipling viaja a Egipto y visita el Sudán entre invierno y primavera de 1913 movido por el deseo de “descubrir el sol”, y los juegos de luces y sombras darán las páginas más llamativas de un texto que varias veces proporciona ejemplos modélicos de impresionismo literario y casi se diría que pictórico. Sus descripciones del desierto o de los colosos de Abu Simbel hacen que el texto literario adquiera las propiedades de las más límpidas imágenes visuales, o en las necrópolis egipcias hace sentir la humedad, la opresividad y los ecos y resonancias en las cámaras y pasadizos subterráneos de las tumbas labradas en la roca y a la vez transmite el encanto de las escenas de la vida cotidiana representadas en sus paredes.
Pero Kipling viaja también para conocer los peligros que amenazan el dominio de Gran Bretaña en sus colonias norteafricanas. Más allá de la brillantez paisajística, su texto remite a la formación, en el norte de África, de movimientos anticolonialistas que, ceñidos entonces a la lucha por la soberanía nacional, se situaban ya en la línea que lleva a la lucha por la soberanía popular en las revoluciones democráticas desencadenadas en 2011.
Pocas obras existen que naveguen a través de la complejidad del hombre de una manera tan precisa como esta novela. En Karain: un recuerdo, el Otro no es un ser menospreciable incapaz de sentir remordimiento o dolor, ni los marinos británicos que trafican con armas miran con menosprecio a su interlocutor, puesto que todos se saben indefensos ante los embates de la fatalidad y el recuerdo. De algún modo, los personajes de esta novela saben que la amistad y el respeto mutuo son las únicas anclas para no navegar sin rumbo en el océano de la locura.
La ironía que recorre esta historia de fetiches, amuletos, convicciones arrolladoras y destinos trágicos, ambientada en los exóticos archipiélagos malayos descritos con deslumbrante y exacta belleza; la tensión que vuela en pos de un desenlace que orilla el amor como un sueño imposible, y la maestría de quien deja en suspenso sus recursos últimos para dar cima a un relato espléndido, confirman una vez más la validez actual de la obra de ese marino por vocación y escritor tal vez por fatalidad, que diera una de las más imponentes muestras a la literatura inglesa de principios del siglo XX.
Joseph Conrad, quien dijo que esta era una de sus mejores obras, muestra en Karain: un recuerdo al hombre y su peculiar complejidad en perpetuo combate con la curiosa vida, “ese misterioso arreglo de lógica implacable con propósitos fútiles”, con una sensibilidad inédita en la era colonial. Su mirada recorre tanto las bellezas naturales de Malasia como los tenebrosos recovecos del alma humana.
En este libro se han abordado algunos aspectos de la situación de Latinoamérica desde diversos enfoques. En ninguno de estos aspectos se ha pretendido ser exhaustivo, pero sí acercarse con una mirada crítica a los problemas que enfrenta Latinoamérica hoy, y que, en muchos sentidos, comprometen su futuro. Cuestiones tales como la multiculturalidad, la diversidad social, el resurgir del indigenismo, la construcción de los nuevos republicanismos y los procesos de revisión de las Constituciones democráticas, así como el desarrollo de una ética pública, son extremos que afectan singularmente al desarrollo social y político de América Latina y son los temas tratados en este volumen. Sin embargo, no son estos los únicos problemas, también, emerge, con capacidad de generar conflicto, la integración panamericana que sigue, actualmente, vías diversas y contradictorias.
Es obvio que estas contradicciones no contribuyen a favorecer el despliegue del liderazgo internacional de América Latina. De hecho, la integración y las formas de alcanzarla son terreno de controversia entre los diversos Estados latinoamericanos. Por otro lado, el mérito de este libro consiste en que todas las aportaciones se unen a la corriente crítica que, en la celebración del Bicentenario de las Independencias de Latinoamérica, se han esforzado por revisar dos procesos: el primero, la emancipación política de las nuevas naciones. Y en segundo lugar, el fracaso de esta emancipación con la aparición de la dependencia del subcontinente respecto de nuevos neoimperialismos, como sucede con el estadounidense.
Además, se recogen aportaciones de autores que, si bien tienen en común su preocupación por reflexionar de modo crítico, parten de premisas no necesariamente coincidentes, poseen visiones diferentes y enfatizan cuestiones diversas. Ha contribuido a la diversidad de perspectivas el que los autores sean de continentes distintos y, por consiguiente, puedan afrontar los contextos sociales y políticos con miradas disímiles.