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Carlos Fernández Liria (profesor titular de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid) y Luis Alegre Zahonero (investigador en formación en esa misma universidad) emprenden en este libro una tarea cuya enorme importancia, a nuestro entender, contrasta de un modo muy desconcertante con la escasa atención que le han prestado la gran mayoría de los intelectuales españoles presuntamente más comprometidos con el proyecto político ilustrado de un Estado de Derecho.
Lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Venezuela tiene una inmensa importancia por razones muy distintas. Una de ellas, y no la menor, es la de haber dejado en evidencia a la gran mayoría de los intelectuales del mundo, de los que habría sido lógico esperar que lo entendieran y lo explicaran. Pocas veces se ha demostrado una nulidad tan tozuda o una mala fe tan insistente en tantos filósofos, académicos, periodistas, columnistas o comentaristas. No se entiende lo que se está demostrando en Venezuela y, cuando se entiende, no se entiende suficientemente. Y no es extraño. Porque los acontecimientos de la revolución bolivariana tienen algo de insólito, algo que a muchos intelectuales bienintencionados de izquierda les ha venido demasiado grande y que al resto, a los intelectuales orgánicos de todo el planeta, neoliberales o progresistas, les resulta hartamente peligroso. Tan peligroso, en efecto, que en Venezuela se están desenmascarando las mentiras más incuestionadas y más exitosas de todo el siglo XX, la gran mentira con la que, en el fondo, todos ellos se ganan la vida.
?¡De pronto, alguna vez, hay un resplandor en el panorama oscuro y mediocre de la cultura española! Este libro de Carlos Fernández Liria y Luis Alegre es por lo menos eso: un resplandor, pero tan intenso que corre el feliz riesgo de orientar un capítulo muy importante en la construcción de ?un socialismo para el siglo XXI?, tal como se llama, con alegría creadora, en Venezuela el proceso revolucionario que está en el origen, y es la inspiración, de este insólito libro?. Alfonso Sastre
El colectivo de teatro político Konkret realiza un trabajo de intervención por el que la sociedad entera se convierte en espacio de representación al mismo tiempo que la escena es tomada como lugar de escenificación de relaciones sociales conflictivas.
El proyecto de Konkret es interrumpir la vida cotidiana y las dinámicas que la reproducen en la forma de ?vida gobernada por la muerte bajo el capitalismo? para rearticularla en forma de crítica y de agitación social.
Cuarto drama de la tetralogía "Los crímenes extraños" (Ver el primero, "¡Han matado a Prokopius!", nº 48, el segundo, "Crimen al otro lado del espejo", nº 49 y el tercero, "El asesinato de la luna llena", nº 50).
En noviembre de 2005, con motivo de los anuales ASKEncuentros organizados por la Asociación Cultural Alfonso Sastre, tuvimos la oportunidad de dedicar unas cuantas horas a reflexionar, merced a la contribución de pensadores de la talla intelectual de Alfonso Sastre, José María Ripalda, Vicente Romano, Carlos Fernández Liria y Ricardo Alarcón de Quesada, acerca del tema del renacimiento de las utopías en tiempos que han sepultado entre los desechos del pensamiento y de la Historia las reaccionarias y mentecatas tesis que acerca del supuesto final de ésta ?esto es, de la Historia? habían promovido a lo largo de la década de los noventa, tras la caída del muro de Berlín y la descomposición de la URSS, teóricos como Francis Fukuyama y sus adláteres.
Nuestra convocatoria de entonces no era casual, pues se enmarcaba de lleno en el ideario inconformista de nuestra asociación y en su voluntad de intervenir en el debate cultural desde posiciones críticas. Tampoco era una convocatoria aislada, pues a lo largo de los últimos tiempos, y en lugares del mundo tan distintos y distantes como La Habana, México DF, Oviedo o Caracas, habían venido celebrándose una serie de encuentros semejantes bajo el común, espléndido, prometedor y contagioso lema de 'en defensa de la humanidad'. En esos encuentros hermanos del organizado por nosotros en el Centro Cultural Koldo Mitxelena de Donostia, pensadores, políticos, creadores y personas comprometidas con el mundo y con su tiempo fueron elaborando y promoviendo nuevas corrientes de pensamiento ?o no tan nuevas quizás: las del pensamiento contestatario y crítico de siempre, pero actualizadas según la experiencia social y política a escala mundial de los últimos años y adecuadas, por tanto, a los nuevos tiempos? que, fundamentalmente, ponían en cuestión dos de los tótem más gratos al neoliberalismo rampante que ha pretendido apoderarse del mundo: ese supuesto final de la Historia al que aludíamos y la igualmente supuesta hegemonía ineluctable del capitalismo como sistema universal.
Bernhard fue un maestro del dramolett: la pieza dramática breve, satírica y aguda que aborda un tema de actualidad y se presta tanto a ser leída como a ser representada. Los tres dramolette aquí recogidos, centrados todos en la figura de Claus Peymann, su director y amigo, son un reflejo de sus obsesiones y, en el fondo, un homenaje a contrapelo al Burgtheater, el teatro vienés por excelencia. Alguien dijo una vez que ser director del Burgtheater era más importante en Austria que ser Canciller Federal. En cuanto a Isabel II, es una de esas obras de Bernhard de las que siempre se dice que sólo pueden funcionar con grandes actores. Como si eso fuera un demérito. En el presente caso al menos, hay razones para afirmar que su personaje central, un industrial traficante de armas, viejo, enfermo y absurdo, es uno de los personajes más complejos y patéticos que Bernhard creó nunca. Un verdadero regalo para cualquiera actor que quiera y pueda aceptar el enorme desafío.
La calle siempre ha sido un escenario, en el que se ha hecho teatro, a veces con fines utilitarios ?los timos, por ejemplo, con sus tres actores, uno involuntario?, o las manifestaciones, como las antinucleares en las que grupos de manifestantes aparecen muertos en la calle (?haciéndose el muerto?) por causa de una imaginaria bomba atómica; otras veces con fines primordialmente lúdicos, y este sería el teatro propiamente dicho, que con frecuencia es mero circo callejero con sus payasos y zancudos, pero también se dan verdaderas representaciones dramáticas, entre las que hay que contar las que se hacen así mismo ?como en los timos? con la colaboración involuntaria de personas que van por la calle (cámara oculta, inocente, inocente, gags). En suma, es verdad que en todo este campo se realizan verdaderos espectáculos de arte, con excelentes actores y puestas en escena (la escena en la calle). Todo ello es, desde luego, merecedor de atención histórica y crítica, y hoy, por fin, se le dedica esta atención en un libro en el que se nos habla, seria y documentadamente, del teatro en la calle. Leerlo es tan divertido como fructífero.
(Alfonso Sastre)