Rafael Juárez (Estepa, Sevilla, 1956) comenzó a escribir poesía durante la
adolescencia, en Sevilla, después de leer la de Antonio Machado. Desde 1972 vive
en Granada. Es licenciado en Filología Hispánica, padre de un hijo y marido de la
escritora Pilar Mañas. En dos ocasiones ha sido becario de la Academia de España
en Roma. Trabajó como librero entre 1979 y 1992 y como editor de las publicaciones
de la Diputación de Granada hasta 2005. Ahora trabaja para la Fundación Francisco
Ayala. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía Otra casa (1986), Las cosas
naturales (1990), La herida (1996), Para siempre. Poemas 1978-1999 (2001) y Lo
que vale una vida (2001).
Los poemas de Aulaga están escritos en un confín de la vega de Granada, donde
comienza a quebrarse por la irrupción de las sierras Harana y de la Yedra. Allí ha
acudido el poeta en los últimos quince años como a un balneario de dimensiones
geológicas. Allí vivió cada día entre 1992 y 1994. Si alguna vez la poesía le ha
devuelto acrecentada la ilusión de estar acompañado sólo por quien necesitaba
estarlo, de hablar con quien sólo necesitaba oírle, ha sido allí.

En Los dominios del cóndor, se aventura Rafael Guillén en el sugestivo mundo poético del espacio, abordado en su concepción abstracta, como entidad ilimitada e indefinida, aunque también materializado, ideológica y poéticamente, cuando entra en relación con el ser humano, sus formas de manifestarse y el medio cotidiano en el que se desenvuelve. Espacio que en el universo se traduce en distancias, entre las cosas en huecos, entre las palabras en silencios y entre los hombres en desunión.
Espacio que, en el amor, sería la imposibilidad de una total fusión con el ser amado. Y es precisamente el amor el hilo que sutilmente enlaza y da luz a los poemas. Estructuralmente, dentro de la obra del autor, este libro se debe incorporar a Límites y a Los estados transparentes para completar la trilogía, hace tiempo proyectada, sobre el tiempo, la materia y el espacio. Quedaría así su anterior libro Las edades del frío no como tercer elemento del conjunto (tal como el mismo autor pensó en un principio), sino como coda y como complemento de éste, pues indaga en los tres temas fundamentales, los enriquece e, incluso, completa la ecuación con un cuarto,
el movimiento.

1985 La noche transferida (Cádiz, edición de autor).
1987 Moaré (Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, Málaga). Es una plaquete con 4 poemas seleccionados del poemario original.
1989 Tóxico (Premio Anthropos de Poesía 1989, Editorial Anthropos, Barcelona).
2000 Trobar Clus (Libros de bolsillo, Diputación Provincial de Cádiz).
2005 Ultravioleta (Edición electrónica en http://www.rafarescoto.com/ultravioleta).
El poemario fue pensado y elaborado como un hipertexto. Sólo con las facilidades que ofrecen Internet y la tecnología del hipertexto podría existir este ciberpoema.
2006 Praias Desertas (Colección 7 Mares, Diputación Provincial del Cádiz). Es un pliego que consta de 12 sonetos
Ha sido codirector de la revista poética Octaviana editada por la Universidad de Cádiz.
En la actualidad es miembro del consejo asesor de la revista Caleta, Literatura y Pensamiento.Ha colaborado habitualmente en prensa periódica como crítico literario; también ha publicado poemas, relatos y ensayos en medios y revistas especializados: Scriptura, Canal Sur TV, Páginas, Renacimiento, Caleta, La Ronda del Libro, RevistAtlántica, Barcarola, Parthenón, Litoral (en Los Poetas del Cine y en Deporte, Arte y Literatura), Luces y sombras...

PARECE EXTRAÑO que la relativamente directa conexión entre la profundidad intelectual y física sea tan raramente establecida. Incluso la poesía más “profunda”
tiende a evitar las profundidades de nuestros cuerpos: los intestinos, las tripas, el
efervescente, burbujeante y flatulento origen de nuestra necesidad más básica.
“Comida por pensamiento” se vuelve un axioma extraño, incluso repugnante si la
imaginamos sufriendo los procesos corporales de la digestión. Mas adelante, murámonos de hambre por la decencia. Comamos. Raúl Pérez Cobo nos espera al fin
del proceso. Milton se preguntó si el Cuerpo transubstanciado acabaría en la letrina del comunicante. ¿Un vertedero sacramental? ¿Y por qué no? No es más insólito que el dócil heredando la Tierra, el mundo del revés. La poesía de Pérez Cobo es una herencia terrenal. Si hoy cenas en el Paraíso, ruega para que estos poemas te acompañen en la evacuación de mañana. (John Slater, Profesor de Siglo de
Oro en la Universidad de Colorado)
(Boulder, Estados Unidos).