La aristocrática estirpe de los Beauvoir evolucionó de manera muy distinta en las dos herederas de la familia. Independiente y tenaz, Simone (1908-1986), escandalizaría al mundo occidental con obras como «El segundo sexo» -la Biblia de las feministas europeas-, con su compromiso político prosoviético y, también, con la insólita relación que la unió al filósofo existencialista Jean-Paul Sartre.

Mirabelle, vendedora de guantes en unos grandes almacenes de Los Ángeles, es una mujer tímida e introvertida que no suele dar el primer paso y prefiere la soledad al esfuerzo de enfrentarse a sus fantasmas.

Ya en vida, la figura del poeta Jaime Gil de Biedma (1929-1990) estuvo envuelta por un halo de leyenda. Vástago de una familia vinculada a la aristocracia castellana, trabajó como alto ejecutivo en la Compañía de Tabacos de Filipinas.

El caso de Martha Gellhorn (1908-1998) supone un buen ejemplo del papel secundario que siempre se ha otorgado a la mujer. Y es que, en lugar de por su propia obra, se la conoce por haber sido esposa de Ernest Hemingway.

Muchos hombres, al llegar a cierta edad, atraviesan por una época de crisis. Éste parece ser el caso de Paul Wilhelm: su matrimonio con Annette hace tiempo que dejó de funcionar; su trabajo como abogado le recuerda cada día el fracaso de las ilusiones y expectativas juveniles, y ni siquiera su amante consigue proporcionarle una felicidad duradera. En lo más hondo de su ser, además, late una antigua herida: siempre se ha sentido postergado.

En el París de entreguerras tres jóvenes inmigrantes rusas se inician a la vida y toman sus primeras decisiones trascendentales.

En dieciséis narraciones, Dobyns, poeta y autor de novelas de misterio y de terror elogiadas por Stephen King, se sumerge en los accidentes cotidianos de hombres y mujeres atrapados por sensaciones contradictorias. Por un lado, el miedo a que cualquier cambio ponga en peligro la estabilidad de la rutina. Por otro, la tentación de romper la monotonía de una vida enmarcada por un horizonte de fracasos. La realidad, aparentemente plácida como la superficie de un lago, se ve vulnerada por leves transgresiones, imprevistas disonancias que, de repente, insinúan la presencia de zonas más oscuras y fangosas del ser humano.

Las tres grandes figuras literarias de la «Era del Jazz» fueron: Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Edna St. Vincent Millay; pero si bien Fitzgerald y Hemingway mantuvieron su fama con el paso de los años, la estrella de la autora norteamericana ha palidecido hasta resultar hoy una perfecta desconocida. Se ignora, por ejemplo, que ella fue la primera mujer en ganar, en 1922, el Premio Pulitzer de poesía, que sus libros de poemas alcanzaron la categoría de bestsellers incluso en la época de la Gran Depresión, o que sus recitales, como en la actualidad los conciertos de música pop, movilizaban verdaderas multitudes.
Poeta, actriz y autora teatral, Edna St. Vincent Millay (1892-1950) dotó de voz a la primera generación de mujeres que en los Estados Unidos asumió el amor libre y el uso del alcohol y las drogas. Su vida, como dijo en un famoso poema, fue una vela que ardió por ambos lados y estuvo colmada de experiencias de todo signo. El reconocido talento biográfico de Nancy Milford se despliega una vez más en este libro, un trabajo magníficamente documentado y lleno de rigor, pero también de comprensión hacia una mujer contradictoria: seductora y ambiciosa, pero de enorme fragilidad de espíritu.

En su primera adolescencia, Jenny Diski pasó largas horas en la Circle Line del metro de Londres, recorriendo el perímetro de esta ciudad mientras se entregaba a la lectura y a la observación de los demás pasajeros. Años más tarde, optará por una manera parecida de desplazarse al viajar por los Estados Unidos a bordo del ferrocarril.