9788493963590
La pérdida del Reino
José Bianco
Editorial: Atalanta Fecha de publicación: 08/02/2013 Páginas: 380Formato: Rústica, 24 x 22 cm.
www.paquebote.com > Atalanta
«Una verdadera obra de arte ha de significar muchas cosas. Cuanto más verdadera sea, más significados contendrá.» (George MacDonald).
Pocos autores dejan tras de sí una estela de admiración en otros escritores. Lewis Carroll, John Ruskin, Mark Twain, J.R. R. Tolkien y C. S. Lewis profesaron a George MacDonald su más alta consideración. Amigo de Dickens, Tennyson, Wilkie Collins, Thackeray y Walt Withman, quizá su relación más prolongada y fructífera fue la que mantuvo con Lewis Carroll, quien, gracias a su consejo y a la entusiasta lectura de sus hijos, se decidió a publicar Alicia en el país de las maravillas.
Poeta vidente, como entiende la tradición escocesa y céltica, creía en un mundo más allá de lo percibido por los sentidos, en donde todos los seres de la naturaleza –animales, flores y árboles…– tienen alma. Sus lectores son todas aquellas personas que aún no han perdido la inocencia: «No escribo para los niños, sino para todos aquellos que son como niños, ya tengan cinco, cincuenta o setenta y cinco años».
Este libro, que empieza con un espléndido ensayo sobre «La imaginación fantástica», recoge sus mejores cuentos de hadas.
«Nunca he ocultado el hecho de contemplar [a George MacDonald] como mi maestro… la cualidad que me encanta de sus obras imaginativas resultó ser la cualidad del universo real, la divina, mágica, terrorífica y extática realidad en la que vivimos todos.» (C. S. Lewis).
«Uno de los escritores más relevantes del siglo diecinueve.» (W. H. Auden).
• El escocés George MacDonald (1824-1905) está considerado junto a su amigo Lewis Carroll el escritor más importante de cuentos para niños de la época victoriana. Escribió decenas de novelas (como Phantastes o Lilith) y numerosos poemas, pero su obra mayor se encuentra en sus fairy tales. Influido por Novalis, sus cuentos combinan un antiguo trasfondo místico salpicado de juegos modernos, paradojas y absurdos, cercanos a Carroll. Aunque sus temas son los tradicionales de la fantasía, sus historias desprenden un espíritu profundamente experimental y subversivo.
[Traducción: Ana Becciú].
Segunda (y última parte) de la edición íntegra de una de los grandes hitos de la cultura occidental, con traducción y prólogo de José Sánchez de León Menduiña,.
«Publicada en Inglaterra hace más de doscientos años y nunca superada en su apasionante mezcla de erudición y estilo, la obra aparece ahora en una nueva y cuidadísima traducción en dos voluminosos tomos, que permite disfrutar plenamente de una de las joyas del pensamiento occidental.» (Jacinto Antón, El País).
«Edward Gibbon fue uno de esos historiadores que suscitan en el lector la sensación de asistir a los hechos, y sin duda fue el primero de los grandes historiadores ingleses.» (Juan Malpartida, «ABC Cultural», ABC).
“Gibbon parece abandonarse a los hechos que narra y los refleja con una divina inconsciencia que lo asemeja al ciego destino, al propio curso de la historia. Como quien sueña y sabe que sueña, como quien condesciende a los azares y a las trivialidades de un sueño” (Jorge Luis Borges, Miscelánea. Barcelona: Debols!llo, 2012. p. 80).
"No es el único mérito de la obra. Gibbon narra con una plasticidad y una elegancia que se vislumbran en sus mejores traducciones; sus referentes son clásicos, naturalmente, y Gibbon los mejora con un uso de la ironía y del epigrama que son comparables con sus contemporáneos franceses como Denis Diderot y Voltaire." (Patricio Pron).
El británico Edward Gibbon es uno de los historiadores que mayor influjo ha ejercido y, desde luego, el primero que puede considerarse auténticamente moderno. Su obra The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, publicada en seis volúmenes entre 1776 y 1778, es un trabajo de proporciones colosales, cuya huella aún perdura. Abarca trece siglos: desde Trajano hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453. Por sus páginas se suceden los más diversos personajes y acontecimientos: Carlomagno, Atila, Mahoma, Tamerlán, las guerras con los pueblos germánicos, el saqueo de Roma, las cruzadas o la difusión del islam. Pero la obra de Gibbon es también, como dice Borges, un monumento de la literatura inglesa y del arte de narrar.
Edward Emily Gibbon (1737-1794) cursó estudios en la Westminster School y en el Magdalen College de Oxford. En 1763 viajó a París para estudiar a Diderot y a D'Alembert, y luego a Roma para conocer in situ las ruinas del Imperio. En 1770 regresó a Londres, donde publicó su obra capital, Decadencia y caída del Imperio Romano.
Felisberto Hernández corresponde a esa anómala especie espiritual que Rubén Darío llamó «raros» y Julio Cortázar cronopios. Nació en Montevideo en 1902 y murió en la misma ciudad en 1964. A los nueve años comenzó a recibir clases de piano; más tarde las retomará y tendrá como profesor particular al pianista ciego Clemente Colling, que le enseña armonía y composición y que años después será evocado en una de sus obras inaugurales. Las dificultades económicas serán una constante en su vida, así que se ve obligado a tocar el piano en salas de cine mudo, y convertirse hasta 1942 en pianista itinerante por diferentes cafés de Argentina y Uruguay. Su vida amorosa fue también accidentada: se casó cuatro veces. Una de sus esposas, la española África de las Heras, fue agente de la KGB. Sus lecturas recurrentes fueron Bergson, Proust y Kafka. De los dos primeros adoptó el tema de la memoria como detonante de toda su búsqueda literaria, en gran parte vinculada a sus recuerdos de infancia y primera juventud y a la nostálgica remembranza de ciertos barrios y personajes de Montevideo. En sus relatos siempre están presentes la música, el agua, la infancia. Julio Cortázar, García Márquez e Italo Calvino han sido rendidos entusiastas de su obra.
«Lo que amamos de Felisberto es la llaneza, la falta total de empaque que tanto almidonó la literatura de su tiempo.»
Julio Cortázar
«Las aventuras de un pianista paupérrimo, en quien el sentido de lo cómico transfigura el amargor de una vida amasada con derrotas, son el primer apunte del que parten los cuentos del uruguayo Felisberto Hernández (1902-1964). Pero éste es sólo el punto de partida. Lo que desata la fantasía de Felisberto Hernández son las inesperadas invitaciones que abren al tímido pianista las puertas de misteriosas casas, de quintas solitarias donde moran personajes ricos y excéntricos, mujeres llenas de secretos y neurosis.»
Italo Calvino
«Demasiado audaz quizá para su época, algo desubicado también, su obra circuló con escasez y dificultad, pese al entusiasmo que generó, que no ha dejado de generar desde entonces, en otros escritores y en las nuevas generaciones. Su persistencia se debe sobre todo a la fidelidad de un puñado de lectores y editores, que han mantenido encendido su nombre como una contraseña a lo largo del tiempo y han impedido que caiga, igual que tantos otros, en el olvido. La felicidad que produce la lectura de sus páginas es de naturaleza muy particular y se parece poco o nada a la que provocan otros autores. La música de Felisberto es única, o casi única, como reconocerá cualquiera que haya frecuentado su obra.»
Eloy Tizón
Ars brevis – 68
ISBN: 978-84-939635-1-4
A pesar de la gran influencia que ha ejercido en el siglo XX –es el creador, por ejemplo, de la pedagogía de las escuelas Waldorf, las granjas biodinámicas o las comunidades Camphill para discapacitados–, la obra filosófica del austríaco Rudolf Steiner (1861-1925) es apenas conocida por un reducido número de personas. Arquitecto, pedagogo, artista, agricultor, pero sobre todo filósofo y místico, Steiner destaca en el panorama del primer tercio del siglo XX como una de sus figuras más versátiles y creativas; no sólo por sentar las bases de la educación alternativa, la medicina holística y la agricultura orgánica, sino por haber establecido una vía de conocimiento espiritual para el hombre moderno –que bautizó como antroposofía– de no fácil comprensión.
En efecto, si sus obras sobre Goethe y la filosofía alemana del XIX son un modelo de claridad y comprensión, el desarrollo de su pensamiento esotérico se abandona a las brumas de un misticismo hermético de fuentes a veces desconocidas y lectura opaca. Era necesario un libro que hiciera accesible el pensamiento de Steiner situándolo en su contexto histórico y esotérico. Gary Lachman lo ha conseguido con esta biografía, que recorre toda su vida y sus ideas, desde sus comienzos intelectuales en la Viena de fin de siglo hasta su reconocimiento como líder del movimiento teosófico y la fundación de su propio sistema, que llegó a sumar numerosos adeptos.
Gary Lachman es escritor y músico. Nació en Bayonne, Nueva Jersey, en 1955, y desde 1996 vive en Londres. Entre 1975 y 1977 fue bajista, letrista y miembro fundador del grupo Blondie, y en 1981 guitarrista de Iggy Pop. Actualmente (2012) escribe y colabora para The Guardian, Mojo y Times Literary Supplement. Es autor de A Secret History of Consciousness (2003), In Search of Ouspensky: The Genius in the Shadow of Gurdjieff (2004), A Dark Muse: A History of the Occult (2005), Politics and the Occult: The Left, the Right, and the Radically Unseen (2008) y Jung The Mystic (2010), entre otras obras, así como de numerosos artículos.
«Aunque Helen Keller es más conocida por La historia de mi vida, su siguiente libro, El mundo en el que vivo, es más cálido, más íntimo y aún más bello; es la obra en donde encontramos su más extraordinaria fuerza, imaginación y originalidad como escritora.» (Oliver Sacks).
"Keller aprendió enseguida que la visión interior retiene toda la fuerza sensible, y que el tacto, el gusto y el olfato están siempre al servicio de la efervescencia. La propia imaginación no es más que universo interior, y de ella derivan los sentimientos, el conocimiento, la emoción, la relación con lo extraño. Dañada la imaginación por los incontables estragos de la experiencia, por el miedo o por la locura, los sentidos no son útiles para nada: de hecho, no se utilizan." (Alejandro Gándara. El escorpión. El Mundo).
«Veo, pero no con mis ojos. Escucho, pero no con mis oídos. Hablo y me hablan, sin el sonido de una voz. Y me emociono hasta disfrutar de unas visiones de inefable belleza que nunca he podido ver en el mundo físico. [Mis visiones] refuerzan mi convencimiento de que el mundo que crea la mente a partir de incontables sugerencias y experiencias sutiles es más bello que el mundo de los sentidos. El esplendor del crepúsculo que pueden mirar mis amigos al otro lado de las montañas rojizas seguramente es estupendo. Pero la puesta de sol de la visión interior trae consigo un deleite más puro porque es la más fervorosa mezcla de belleza que podamos conocer y desear.» (Helen Keller).
• Helen Keller nació en Tuscumbia, una pequeña ciudad rural de Alabama, en 1880. A los diecinueve meses, una fiebre desconocida la dejó sorda, muda y ciega. Desde entonces sus dedos se convirtieron en sus «nuevos ojos»; las vibraciones del suelo, en las distancias del espacio. Podía oler, saborear y tocar el mundo, pero eso era todo. Este absoluto aislamiento la distanció de su desarrollo humano hasta quedar reducida al estado larvario de un animalito salvaje suspendido en una interminable noche de silencio. Helen permaneció así hasta que sus padres encontraron una educadora especial, Anne Sullivan, que a las pocas semanas logró vencer su terca ferocidad y comenzó a hacer progresos. Un día dejó caer sobre la mano de Helen un chorro de agua y luego deletreó varias veces en su palma la palabra «agua» (water[TRADUCCIÓN: ANA BECCIU]
«El libro de Gibbon es un texto profético, que encierra un diagnóstico perfectamente aplicable a lo que está ocurriendo hoy en mi país. Se podría titular Decadencia y caída del Imperio Americano.» (Harold Bloom).
El británico Edward Gibbon es uno de los historiadores que mayor influjo ha ejercido y, desde luego, el primero que puede considerarse auténticamente moderno. Su obra The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, publicada en seis volúmenes entre 1776 y 1778, es un trabajo de proporciones colosales, cuya huella aún perdura. Abarca trece siglos: desde Trajano hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453. Por sus páginas se suceden los más diversos personajes y acontecimientos: Carlomagno, Atila, Mahoma, Tamerlán, las guerras con los pueblos germánicos, el saqueo de Roma, las cruzadas o la difusión del islam. Pero la obra de Gibbon es también, como dijo Borges, un monumento de la literatura inglesa y del arte de narrar.
«Recorrer el Decline and Fall es internarse y venturosamente perderse en una populosa novela, cuyos protagonistas son las generaciones humanas.» (Jorge Luis Borges).
"¡Suenen cornus y bocinas, agítense con júbilo los estandartes de las legiones!— en una nueva y cuidadísima traducción de José Sánchez de León Menduiña (Atalanta), en dos voluminosos tomos (el primero ya en la calle, el segundo se publicará en octubre), que permite disfrutar plenamente de una de las joyas del pensamiento occidental."
(Jacinto Antón, El País. Babelia).
• Edward Emily Gibbon (1737-1794) cursó estudios en la Westminster School y en el Magdalen College de Oxford. En 1763 viajó a París, donde estudió a Diderot y a D'Alembert, y luego a Roma para conocer in situ las ruinas del Imperio. En 1770 regresó a Londres y publicó su obra capital, Decadencia y caída del Imperio Romano. Este vasto estudio lo ha convertido en el más importante historiador británico más allá de su época.
[Traducción y prólogo de José Sánchez de León Menduiña].
Pim van Lommel es un reputado cardiólogo holandés que ha trabajado durante más de veinticinco años en un hospital docente con ochocientas camas. Al hablar con cientos de sus pacientes que habían sufrido un paro cardíaco, quedó atónito al descubrir que, lejos de haber perdido la conciencia durante el período en que habían estado clínicamente muertos, sus pacientes recordaban haber vivido una experiencia extraordinaria, algo que a Van Lommel, como científico, le era difícil de aceptar. Así pues, decidió estudiar el fenómeno sistemáticamente durante veinte años en su clínica con un equipo especializado, y en 2001 publicó una síntesis de su investigación en la prestigiosa revista médica The Lancet, causando con ello un revuelo internacional.
Este libro ofrece abundantes pruebas científicas de que las «experiencias cercanas a la muerte» son un fenómeno que no puede atribuirse a la imaginación, la psicosis o la falta de oxígeno. Los hechos evidencian que la consciencia es algo mucho más vasto y complejo que el cerebro y que sigue existiendo pese a la ausencia de toda función cerebral. Pim van Lommel introduce estas experiencias en un amplio contexto cultural que va desde las diferentes visiones religiosas del pasado hasta los nuevos presupuestos de la física cuántica, en donde estos fenómenos tienen un lugar coherente dentro de sus modelos teóricos.
"Consciencia más allá de la vida" es un libro tan riguroso como apasionante". (Qué leer).
«Las pruebas sostienen la validez de las “experiencias cercanas a la muerte” y sugieren que los científicos deben reconsiderar las teorías existentes sobre uno de los más profundos misterios biológicos: la naturaleza de la consciencia humana.» (The Washington Post).
«La investigación de los pacientes cardíacos del doctor Pim van Lommel es una de las más comentadas de los últimos años.» (The Herald (Glasgow)).
“Con su tesis de que la conciencia es ilocalizable, existe sin lugar y espacio concretos, el cardiólogo holandés Pim van Lommel (1943) pone en cuestión, además, los fundamentos del paradigma o axioma científico materialista occidental. Y lo hace igualmente en forma científica. Como en otros muchos casos (Harpur, Tarnas, Gebser, Steiner), la editorial Atalanta vuelve a realizar con la publicación de este libro una labor pionera ejemplar. De futuro. Quizá sea éste, con su lenguaje serenamente objetivo, el caso más impresionante de puesta en evidencia de las limitaciones de la ciencia respecto a hechos concretos del mayor interés y conmoción para el ser humano, que en experiencias límite accede al corazón de sus mayores inquietudes. ¿Existe la conciencia más allá de la muerte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la vida? ¿Por qué el temor a la muerte y su destierro de nuestra sociedad? ¿Qué ocurre cuándo estoy muerto?”. (Isidoro Reguera, http://issuu.com/atalantaweb/docs/pimvanlommel).
"Van Lommel no es creyente. No cree en la trascendencia, pero rechaza, tal como se enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral. Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama un conciencia no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La idea de Dios se ha sustitudo en Van Lommel en por una conciencia humana colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto existe, ha existido o existirá." (José Gabriel Concepción. RTVE).
«Las pruebas sostienen la validez de las “experiencias cercanas a la muerte” y sugieren que los científicos deben reconsiderar las teorías existentes sobre uno de los más profundos misterios biológicos: la naturaleza de la consciencia humana.» (The Washington Post).
«Se dice que en México existe una secta secreta de gente que regala libros de Francisco Tario. Los miembros ignoran que pertenecen a la secta, y en el momento en que lo descubren, son expulsados de ella.» (Mario González Suárez).
Con la publicación de La noche, en 1943, Francisco Tario rompió los moldes de la literatura mexicana de su tiempo al dar voz a los objetos y los animales para que nos pudieran ofrecer su propia visión del mundo. A veces quien habla es un ser incierto, como en «La noche de Margaret Rose», que según García Márquez es uno de los mejores cuentos del siglo XX. Pero si sus primeros relatos poseen la fuerza salvaje de una imaginación alucinada, rebosante de un humor esperpéntico que escarba en lo trágico y grotesco de la condición humana, su último libro, Una violeta de más (1968) –de cuyo volumen esta edición recoge siete cuentos–, es su obra más perfecta y depurada, muy en sintonía con los relatos de la célebre Antología de cuentos fantásticos compilada por Borges y Bioy Casares en 1940.
«Tario fue ese afortunado y extraño lector de cuentos fantásticos que logró escribir algunos tan notables como las grandes piezas del género que leyó con felicidad.» (Christopher Domínguez Michael).
Hijo de padres españoles, Francisco Tario, seudónimo de Francisco Peláez Vega, nació en la Ciudad de México en 1911 y murió en Madrid en 1977. En su juventud fue portero del Club Asturias y pianista; en los años cuarenta y cincuenta, su actividad social y literaria junto a su bella mujer, Carmen, es frenética, pero, a pesar de ser amigo de Octavio Paz, no forma parte de ninguna corriente literaria mexicana ni pertenece a ningún grupo de escritores. Regenta tres cines en Acapulco y escribe aislado del mundo literario. Primero publica La noche y Aquí abajo. Tres años después, La puerta en el muro y una obra de aforismos inclasificable, única en la literatura hispanoamericana, titulada Equinoccio (Mario González Suárez la define como «un prontuario de maldades muy necesarias para nuestra salud mental»).
A principios de los años cincuenta, Tario inicia su segunda época con la publicación de Breve diario de un amor perdido (1951), Acapulco en el sueño (1951), con fotos de Lola Álvarez Bravo, y Tapioca Inn: mansión para fantasmas (1952). En los años sesenta, al marcharse de México y fijar su residencia en Madrid, da paso a su última etapa literaria, llena de melancolía tras la muerte de su mujer, que culmina con Una violeta de más (1968). Al morir, Tario dejó unas extrañas piezas teatrales que tituló El caballo asesinado y una novela póstuma, Jardín secreto.