Mejor conocido por su monumental producción muralística, Diego Rivera también fue un destacado pintor de caballete y un extraordinario ilustrador, como este libro lo demuestra de manera elocuente. El volumen ofrece una mirada precisa, y largamente esperada, a esta faceta rica y significativa de la inmensa obra de Rivera, cuya presencia persistió durante toda su carrera. Las numerosas reproducciones se complementan con un amplio ensayo espléndidamente documentado por Raquel Tibol, crítica de arte y gran conocedora de la obra del artista. El panorama temático de Rivera —la poesía revolucionaria, los asuntos políticos, la cultura popular mexicana, la América prehispánica— lleva al lector a un recorrido por la historia del arte mexicano de la primera mitad del siglo XX. Incluso quienes piensan que conocen la obra de Rivera, descubrirán nuevos aspectos por explorar en este hermoso libro.

Best known for his monumental mural production, Diego Rivera was also a distinguished painter of easel and an extraordinaryillustrator, as this book eloquently demonstrates. The volume provides a precise look, and long overdue, this rich and meaningful aspect of the immense work of Rivera, whose presence persisted throughout his career. The many views are complemented by extensive testing splendidly documented byRaquel Tibol, art critic and connoisseur of the artist's work. Thethematic overview of Rivera-revolutionary poetry, political affairs, popular culture, Mexican, Hispanic-American takes the reader ona journey through the history of Mexican art in the first half of the twentieth century. Even those who think they know the work ofRivera, discover new aspects to explore in this beautiful book.

El catálogo Diego Rivera, Palabras ilustres, 1886–1957 es fruto de la exposición del mismo nombre en el Museo Estudio Diego Rivera, dedicada a ofrecer un recorrido visual de las reflexiones de Rivera en torno al arte. Presenta la conjunción de una selección de textos y citas de Rivera y las imágenes hechas por el propio Rivera o por los artistas que de un modo u otro tuvieron un lugar en su memoria. Palabras que ilustran, ilustraciones que hablan, estas páginas nos enfrentan a momentos de la historia del arte en la visión de un gran creador.


Diego Rivera, además de las dotes excepcionales que lo caracterizaron como pintor, fue poseedor de una sólida formación humanística que sirvió de sustento a sus vastas reflexiones intelectuales. Mientras se hallaba en los andamios, ejecutando algún mural, frente a los lienzos o reclinado sobre una libreta, esbozando algún dibujo, Rivera se ejercitó en profundas meditaciones sobre el arte y los complejos vericuetos de su evolución a lo largo de la historia, y también reflexionó sobre los deberes del creador, ya fuera frente a la sociedad o ante el devenir de la propia disciplina.

Mejor conocido por su monumental producción muralística, Diego Rivera también fue un destacado pintor de caballete y un extraordinario ilustrador, como este libro lo demuestra de manera elocuente. El volumen ofrece una mirada precisa, y largamente esperada, a esta faceta rica y significativa de la inmensa obra de Rivera, cuya presencia persistió durante toda su carrera. Las numerosas reproducciones se complementan con un amplio ensayo espléndidamente documentado por Raquel Tibol, crítica de arte y gran conocedora de la obra del artista. El panorama temático de Rivera —la poesía revolucionaria, los asuntos políticos, la cultura popular mexicana, la América prehispánica— lleva al lector a un recorrido por la historia del arte mexicano de la primera mitad del siglo XX. Incluso quienes piensan que conocen la obra de Rivera, descubrirán nuevos aspectos por explorar en este hermoso libro.

En los albores del siglo XX, artistas y críticos mexicanos se repetían la misma pregunta: ¿dónde está el arte nacional? Las obras realizadas hasta entonces eran fruto de una sociedad feudal, de una nación sometida a ideas extranjeras y enamorada de visiones que venían de ultramar. La inexistencia de una escuela mexicana llevaba a la búsqueda de una estética que no estuviera sujeta solo al gusto de los compradores ni a la autoridad de los preceptores.
Miembro destacado de la generación que haría posible este sueño, Diego Rivera aprehendió con ojos modestos y profundos la realidad mexicana, poniendo al servicio de su tierra esa imaginación tan peculiar que terminaría por marcar de forma indeleble al arte nacional.
"Diego Rivera, luces y sombras", de Raquel Tibol, narra el papel del artista en la formación de la escuela más importante que ha tenido el arte en México, así como los aspectos políticos y sociales que marcaron su vida: la influencia de su padre, los años de trabajo en Europa, la revolución mexicana, la revolución rusa, con la que estableció una estrecha relación a través de Maiakovski, y su relación con Frida.

¿Frida Kahlo, escritora? Esta nueva y ampliada selección de cartas, poemas y textos misceláneos realizada por la crítica de arte Raquel Tibol, a la vez que descubre el considerable pero poco conocido talento literario de Frida, constituye una “autobiografía tácita” de la pintora. En este autorretrato en palabras vemos a Frida –dice Tibol en su prólogo– “oscilando entre la sinceridad y la manipulación, la autocomplacencia y la autoflagelación, con su necesidad insaciable de afecto, sus revueltas eróticas, sus toques de humor...”. Conforme la figura de Frida se va fijando como icono cultural –y distorsionándose inevitablemente–, este libro recobrará a la artista como ella misma se veía y se expresaba: “el alma y la intimidad desnudas”.

Una de las cimas del arte mexicano moderno, los murales de Diego Rivera en la ex Hacienda de Chapingo, se encuentran al mismo tiempo entre las obras menos conocidas del pintor. La maestra Raquel Tibol, gran conocedora de la obra de Rivera, sitúa esta epopeya artística en su contexto histórico y social. Este libro constituye una guía indispensable para comprender el universo pictórico de Diego Rivera, intérprete privilegiado de la identidad histórica y la conciencia mexicanas.

La primera monografía completa del artista mexicano.
Armando Romero (Ciudad de México, 1964) estudió la carrera de escultura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas del INBA, La Esmeralda, en donde se convertiría en profesor. Cuenta en su haber con más de 25 exposiciones individuales y más de cien colectivas en México, Estados Unidos y varios países de Europa. Ha sido becario del FONCA y le han sido otorgados múltiples premios en concursos de pintura y escultura. Su obra ha sido subastada en casas de subastas internacionales como Sotheby’s y Christie’s. Vive y trabaja en la Ciudad de México.