Proyectar la ciudad

El espacio urbano implica trazados y parcelaciones, es decir, ordenaciones materializadas, impresas en el suelo, que condicionan las capacidades de desarrollo y de renovación de las actividades humanas en el territorio. Estas formas, que están inscritas en el largo plazo, escapan rápidamente a las condiciones de su creación: de ser en un principio productos, se convierten pronto en causas. Mientras en otras épocas parecía que la elaboración de unas formas urbanas que pudieran acoger, incluso favorecer, el desarrollo de la vida urbana, era algo natural, espontáneo, hasta tal punto los técnicos y los ciudadanos participaban de una misma idea de la ciudad, hoy en día la cuestión no puede ser resuelta de un modo natural. Ha habido demasiadas rupturas en las teorías y en las prácticas, y es necesario retomar la reflexión desde el principio.
Lo que está en juego es claro: ¿somos aún capaces de contribuir modestamente al desarrollo de las ciudades, es decir, de proponer a los ciudadanos un entorno capaz de adaptarse a los cambios en los modos de vida y a las transformaciones económicas, y no simplemente de extender los territorios urbanizados y de incrementar el número de edificios? En este libro se entremezclan las constataciones y los análisis de la realidad con los proyectos, reanudando conscientemente la tradición de los tratados de urbanismo de principios del siglo xx.