978-84-19943-01-9
beso político de cada amor que tengo
Pablo López Carballo
Editorial: LIBROS DE LA RESISTENCIA Fecha de publicación: 05/02/2024 Páginas: 80Formato: Rústica
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Toda mariposa piensa que exagera y se debate entre abrirse ?y dejar que el viento mueva sus colores en el estruendo de sus dos alas batiendo? o cerrarse en cuchillo y mirar de frente al sol.
Los poemas de Platón y asalariados son retratos que exceden los límites de su demarcación para contarnos otra historia. Un lugar en el que Giovanna degli Albizzi o Peter Brueghel conviven con numerosos seres y animales que logran conmover y extrañar, desde sus quehaceres cotidianos, al lector. Un mundo en el que ?las ramas decidieron adoptar/ las teorías de Fibonacci?, o los vencejos asisten con regularidad a los oficios litúrgicos, y donde cada cual debe enfrentar la más dura y placentera ocupación: vivir.
Perder naturaleza es un libro que se coloca en la duración, es decir, ese difícil anclaje que procuran las cosas mientras suceden, cambian y siguen su inflexible trasformación. El tiempo como presupuesto abstracto de la existencia intenta hacerse tangible a través de la conexión entre pasado y presente, la narración mítica y la vivencia cotidiana, en un ejercicio que, pese a la conciencia de inaprensibilidad del instante, no renuncia a su sensación, análisis e imagen: habitar / la orilla, / representar / el agua. Por eso, las formas solo encuentran acomodo en lapsos muy breves, progresivos en algunas ocasiones pero a veces insertos en una red dislocada de enlaces. Los registros de las diferentes secciones se van sumando, a modo de pasadizos, para configurar una trama de tiempos donde resulta muy difícil, y casi algo sin sentido, encontrar un origen. Sin embargo, la memoria es el mecanismo que mueve ese impulso de atrapar las cosas y relaciones que acompañan y explican el paso de una vida. Un texto, por tanto, volcado en el deseo de habitar el mientras, que hace del amor su mayor aliado.
La poesía comienza donde termina lo justificable. Los poemas de este libro se ramifican en torno al cuadro La ciudad ideal, donde las estructuras arquitectónica y pictórica se muestran incontestablemente reguladas bajo la perspectiva. Pero todo es una alucinación: dentro, las camas se utilizan como mesas, los jarrones, como sillas, y las lámparas están desmontadas por el suelo sin utilidad alguna. Estamos educados en el orden y en la necesidad de ficciones y la inercia nos lleva a la neutralización del lenguaje. Recuperar su flexión, sin las apresuradas conceptualizaciones que obstruyen y estandarizan o que la tendencia convierte en obviedades, es tarea poética.