Nueva York, la representación de América por antonomasia, es una ciudad vital y en permanente reconstrucción. Y un escenario arquitectónico sin igual para visitar los rascacielos de la época del Art Déco, las grandes obras de mediados del siglo XX y las novísimas incorporaciones al perfil de la ciudad. Obras icónicas de Wright, Breuer, Van Allen o Renzo Piano, entre muchos otros. Y a lo largo de la Costa Este, en ciudades como Boston o Filadelfia, podremos descubrir pequeñas joyas de autores como Louis Kahn o Venturi.

Roma es una lección de historia a cielo abierto: también de historia de la arquitectura. Una ciudad "donde el peso del pasado es tan grande que pasado y futuro se confunden" y que aún alberga maravillas de la antigüedad como el Panteón o el Coliseo —no por más conocido menos impactante—. El lugar donde genios del Barroco como Bernini y Borromini compitieron por el mecenazgo del papado es también donde podemos contemplar las obras modernas de arquitectos como Richard Meier o Zaha Hadid, que tienen que medirse con ese esplendoroso patrimonio.

Entre la delicadeza y el brutalismo, el espíritu japonés se encarna en las obras de grandes arquitectos como Kenzo Tange, Tadao Ando o Toyo Ito. En lugares como los jardines de Ryoan-ji, en Kioto, se aprecia su alma esencial, su sentido del espacio y de los materiales, que nos permiten acercarnos a una otredad fascinante. Y la aportación de autores como Rem Koolhaas o Le Corbusier demuestra la capacidad de los japoneses para recibir e incorporar de un modo siempre nuevo la influencia extranjera.