978-84-1369-747-5
EN RECUERDO DE ALEJANDRO NIETO
MIGUEL ANGEL DEL ARCO TORRES Y OTROS
Editorial: Comares Fecha de publicación: 01/03/2024 Páginas: 136Formato: Bolsillo
www.paquebote.com > Miguel Ángel del Arco
«Tened presente el hambre: recordad su pasado», vaticinaba el poeta Miguel Hernández poco antes de terminar la guerra civil. Era una premonición de su propia muerte en 1942, hambriento y enfermo, en una cárcel franquista. Pero también se adelantaba a lo que sucedería tras el fin de la guerra. Entre 1939 y 1951, España se vio sumida en un periodo de escasez y miseria sin precedentes. Días de muertes por inanición, enfermedades, cartillas de racionamiento, estraperlo o pan negro. Entonces, el régimen franquista culpó de aquellos años recios a los desastres de la guerra, al aislamiento internacional y a la «pertinaz sequía», eludiendo cualquier responsabilidad. Aquel tiempo, grabado en la memoria popular como «los años del hambre», fue mucho más que eso. El libro indaga en la historia del hambre de nuestra posguerra, identificando lo sucedido en aquellos tiempos (en especial, 1939-1941 y 1946) como una auténtica hambruna homologable a las que hubo entonces en Europa. La obra mira a su origen, sus formas, sus contextos, sus resistencias, a su utilización por parte del franquismo, a sus dramáticas consecuencias y también a su memoria. Como nos pedía el poeta, se rescatan del olvido aquellos años extremos, que son analizados y explicados históricamente, valorando la responsabilidad de la dictadura de Franco y acabando con el manto de silencio que lanzó sobre el sufrimiento de muchos españoles.
Un estudio sobre la memoria de la guerra civil a través de los monumentos a los caídos.
El franquismo nunca quiso olvidar la guerra civil y, desde el inicio de la dictadura, ese recuerdo se concretó en miles de monumentos erigidos en pueblos y ciudades de todo el país. Bajo el control de las autoridades, el mito de los «caídos por Dios y por España» fijó la dicotomía entre los buenos y los malos españoles, sometió y unificó la memoria a unos fines políticos partidistas y nacionalizadores, enalteció y legitimó al dictador, determinó el espacio público e incluso los materiales que utilizar, y estableció en el mausoleo del Cuelgamuros su ideal estético, político e ideológico. A través de una ingente y diversa documentación, el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco reconstruye tanto la historia concreta de aquellos monumentos diseminados por toda la geografía, como su papel en la propagandística y manipuladora memoria franquista sobre la guerra civil, cuyos vestigios ?físicos e ideológicos? han condicionado el relato, el recuerdo y el paisaje de la historia contemporánea de España.
Cruces de memoria y olvido extiende su cronología hasta el presente, para analizar la gestión de los monumentos ?desde la demolición, resignificación o conservación de las cruces locales al icónico Valle de los Caídos? y para examinar las llamadas «batallas por la memoria», donde a menudo se contraponen criterios políticos, ideológicos e historiográficos. Y es que, como nos recuerda su autor, «es esencial que las democracias no inhiban y propugnen una memoria plural sobre el pasado traumático que a todos nos hiere. Es el modo de dignificar la memoria de las víctimas e integrar y asumir el dolor que duerme en él».
El retrato de una época legendaria para la esfera intelectual española y el sector del periodismo, a través de seis de sus protagonistas.
Las redacciones de los periódicos en los alrededores del 1900 estaban llenas de bohemios que acudían allí para calentarse o para demandar una colaboración. No todos eran hampones y pedigüeños. Entre ellos había literatos de altura que pasaron a la historia como la Gente Nueva y fueron coetáneos, compañeros de café y colegas de modernistas y noventayochistas; y contrarios a la llamada Gente Vieja, representada por los realistas, Pereda, Clarín, Echegaray. Algunos de ellos fueron los primeros corresponsales, cronistas y reporteros del incipiente periodismo español, auténticos pioneros.
Los cinco aquí reunidos -Luis Bonafoux, Antonio Palomero, Pedro Barrantes, Joaquín Dicenta y Alejandro Sawa- tuvieron fama y respeto en su tiempo y encuentran ahora un justo homenaje a su fascinante historia.
El franquismo nunca quiso olvidar la guerra civil y, desde el inicio de la dictadura, ese recuerdo se concretó en miles de monumentos erigidos en pueblos y ciudades de todo el país. Bajo el control de las autoridades, el mito de los «caídos por Dios y por España» fijó la dicotomía entre los buenos y los malos españoles, sometió y unificó la memoria a unos fines políticos partidistas y nacionalizadores, enalteció y legitimó al dictador, determinó el espacio público e incluso los materiales a utilizar, y estableció en el mausoleo del Cuelgamuros su ideal estético, político e ideológico. A través de una ingente y diversa documentación, el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco reconstruye tanto la historia concreta de aquellos monumentos diseminados por toda la geografía, como su papel en la propagandística y manipuladora memoria franquista sobre la guerra civil, cuyos vestigios ?físicos e ideológicos? han condicionado el relato, el recuerdo y el paisaje de la historia contemporánea de España.