La Prehistoria se ha visto tradicionalmente como una larga preparación para la Historia, pero también como un periodo donde se conformaron la mayoría de nuestros comportamientos actuales. Sintetizar la Prehistoria de la península ibérica representa resumir un millón y medio de años, el 99,9% de nuestra Historia como seres humanos en el continente europeo y, singularmente, en Iberia. Dado que la Prehistoria fue un mundo sin fronteras y de modos de vida itinerantes, no sería comprensible una Prehistoria ibérica al margen de su contexto europeo, razón por lo que se han incluido referencias a las culturas y a los acontecimientos extrapeninsulares contemporáneos a los hechos narrados para facilitar la comprensión y enriquecer los contenidos específicamente ibéricos; donde se juntan lo mediterráneo y lo atlántico, lo europeo y lo africano, materializando en este apéndice de Eurasia una zona enriquecida por la mezcla y el mestizaje, última frontera de la ola de avance neolítica que desde Oriente Próximo revolucionó los modos de vida y nuestra relación con la naturaleza. Fue área fuente y área refugio en fenómenos biológicos y culturales tan trascendentes para Europa como el auge y el ocaso del mundo Neandertal; o del Megalitismo, primera arquitectura simbólica humana, entre otros acontecimientos notables; y sumó en su territorio lo semita y lo indoeuropeo, lo continental y lo mediterráneo, con resultados admirables.
Prehistoria de la Península Ibérica combina el rigor, la actualidad y la exposición divulgativa, destinado tanto a los estudiantes universitarios como a los que gustan de conocer la Arqueología y la Historia.

La antigüedad y circunstancias que rodearon la aparición de los primeros grupos humanos en Europa constituye un tema de permanente debate en la arqueología prehistórica. La discusión se centra no sólo en la cronología, sino también en el modo en que se realizó la colonización humana del continente y en qué tipo humano fue responsable de la misma. Aunque existen pocos datos para reconstruir tan remoto pasado, no es imposible acercarse al mismo. Los recientes descubrimientos arqueológicos y el avance en el estudio de la genética de las poblaciones muestran la temprana presencia de grupos humanos en el viejo continente, en torno al millón de años de antiguedad. Pero también apuntan claramente a que los modernos europeos no somos los descendientes evolucionados de aquellos pioneros del primer poblamiento, sino los herederos de poblaciones modernas de origen africano mucho más reciente. Así, si el pensamiento evolucionista ya negaba las pretendidas bases científicas del racismo en el siglo xix, los datos actuales rechazan, además, los similares argumentos xenófobos actuales.

Separata facticia del Boletín del Instituto de Estudios Asturianos. 6 hh. Láminas. Oviedo, 1988.