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2 libros encontrados buscando autor: Logan Pearsall Smith

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ISBN:

9788417830151

Trivialidades y pensamientos

Editorial: Pre-Textos   Fecha de publicación:    Páginas: 128
Formato: 21 x 14 cm.
Precio: 17,00
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Disponible. Normalmente se envía en 3 días.

Pocos escritores dejan tras de sí una figura que reúna tantos méritos para el título de ?raro? como Logan Pearsall Smith (1865-1946), el oscuro bibliófilo, bohemio y autor de Trivia (1902, 1917), More Trivia (1921), All Trivia (1933) y Afterthoughts (1931), conjunto del que aquí se ofrece una selección. Creador de un género personal y muy popular, que combinaba la voluntad ética y crítica con la dulzura y el humor, Pearsall Smith arrojó durante cuarenta años esa mirada no exenta de piedad sobre la Inglaterra eduardiana y georgiana, en una obra que lo ha convertido en un clásico del aforismo para el mundo anglosajón. ?La extrema extrañeza de la exis- tencia?, explicó de hecho en uno de ellos, ?es lo que me reconcilia con ella?. Su obra no hace sino confirmar este extrañamiento mutuo. G. I.
Logan Pearsall Smith (1865-1946) nacido y criado en Filadelfia de una notable familia cuáquera pero establecido tempranamente en Inglaterra tras una breve estancia en París, fue un superviviente de una época, la del esteticismo cínico de los naughty nineties, que prolongó su vida hasta los albores de la Guerra Fría. El exiguo botín literario de esa larga carrera fueron sus colecciones de observaciones urbanas ?Trivia (1902, 1917), More Trivia (1921), All Trivia (1933)?, los aforismos de Afterthoughts (1931),
el libro de relatos The Youth of Peruses (1895), el ensayo The English Language (1922), la autobiográfica Unforgotten Years (1938) y varias ediciones de sermones y escritos de teólogos anglicanos del siglo XVII y XVIII.


ISBN:

9788480535908

Todas las trivialidadesTrivialidades. Más trivialidades. Ocurrencias a destiempo. Últimas palabras

Editorial: Trabe   Fecha de publicación:    Páginas: 200
Formato: Rústica
Precio: 15,00
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Disponible. Normalmente se envía en 3 días.

Con la excepción de su autobiografía Unforgotten Years (1938), aún inédita en castellano, Todas las trivialidades presenta la obra literaria completa de Logan Pearsall Smith, pues bajo este nombre el autor anglosajón fue reu-niendo, a lo largo de su vida, aforismos, anotaciones de diario y apuntes poéticos y filosóficos.

Esta inagotable biblioteca portátil, este enjambre de ensayos en miniatura, comparte un mismo tono de conversación solipsista. El incesante monólogo interno de quien necesita explicarse el mundo y carece de los interlocutores deseados. O de la voluntad de hacerse oír. Un tímido y ensimismado moralista al cual es fácil imaginar levantando la cabeza un instante de sus minuciosas erudiciones, reflexionando brevemente y, antes de volver a enterrarse en el volumen abierto frente a él, murmullando con estoica resignación una frase que no es suya pero podría haberlo sido: «En la vida hay más que libros, ya sabes, pero no mucho más».

Caballero inglés que, al igual que Eliot, cometió el error de nacer en los Estados Unidos, Logan Pearsall Smith (1865-1946) resulta hoy un autor secreto, tal vez menor, pero indudablemente dotado de esa virtud sin la cual, según Stevenson, todas las demás son inútiles: el encanto.

Hijo de cuáqueros ilustrados y pudientes, Pearsall Smith desoyó la llamada al orden del negocio familiar y, tras pasar por la Universidad de Harvard, emigró a su patria espiritual, Inglaterra, donde pasaría el resto de su vida, adquiriendo la nacionalidad británica en 1913.

En Inglaterra, Pearsall Smith dividía su tiempo entre el distrito londinense de Chelsea y el conveniente retiro bucólico en una casa de campo estilo Tudor. En ambos escenarios transcurriría una vida consagrada a sus amadas lengua y literatura inglesas, ya fuese dedicado a la obra ajena en el papel de ensayista, editor y antólogo (especializado en autores del diecisiete como Donne, Milton y Shakespeare) o, en mucha menor medida, a la propia. En efecto, Pearsall Smith fue un entusiasta exégeta que, deslumbrado por los logros de otros y atenazado por su maniático perfeccionismo, escatimó esfuerzos creativos. O, simplemente, alguien que creía que hablar de los demás es también una manera, más velada, más discreta, de hablar de uno mismo.Con la excepción de su autobiografía Unforgotten Years (1938), aún inédita en castellano, Todas las trivialidades presenta la obra literaria completa de Logan Pearsall Smith, pues bajo este nombre el autor anglosajón fue reu-niendo, a lo largo de su vida, aforismos, anotaciones de diario y apuntes poéticos y filosóficos.

Esta inagotable biblioteca portátil, este enjambre de ensayos en miniatura, comparte un mismo tono de conversación solipsista. El incesante monólogo interno de quien necesita explicarse el mundo y carece de los interlocutores deseados. O de la voluntad de hacerse oír. Un tímido y ensimismado moralista al cual es fácil imaginar levantando la cabeza un instante de sus minuciosas erudiciones, reflexionando brevemente y, antes de volver a enterrarse en el volumen abierto frente a él, murmullando con estoica resignación una frase que no es suya pero podría haberlo sido: «En la vida hay más que libros, ya sabes, pero no mucho más».

Caballero inglés que, al igual que Eliot, cometió el error de nacer en los Estados Unidos, Logan Pearsall Smith (1865-1946) resulta hoy un autor secreto, tal vez menor, pero indudablemente dotado de esa virtud sin la cual, según Stevenson, todas las demás son inútiles: el encanto.

Hijo de cuáqueros ilustrados y pudientes, Pearsall Smith desoyó la llamada al orden del negocio familiar y, tras pasar por la Universidad de Harvard, emigró a su patria espiritual, Inglaterra, donde pasaría el resto de su vida, adquiriendo la nacionalidad británica en 1913.

En Inglaterra, Pearsall Smith dividía su tiempo entre el distrito londinense de Chelsea y el conveniente retiro bucólico en una casa de campo estilo Tudor. En ambos escenarios transcurriría una vida consagrada a sus amadas lengua y literatura inglesas, ya fuese dedicado a la obra ajena en el papel de ensayista, editor y antólogo (especializado en autores del diecisiete como Donne, Milton y Shakespeare) o, en mucha menor medida, a la propia. En efecto, Pearsall Smith fue un entusiasta exégeta que, deslumbrado por los logros de otros y atenazado por su maniático perfeccionismo, escatimó esfuerzos creativos. O, simplemente, alguien que creía que hablar de los demás es también una manera, más velada, más discreta, de hablar de uno mismo.Con la excepción de su autobiografía Unforgotten Years (1938), aún inédita en castellano, Todas las trivialidades presenta la obra literaria completa de Logan Pearsall Smith, pues bajo este nombre el autor anglosajón fue reu-niendo, a lo largo de su vida, aforismos, anotaciones de diario y apuntes poéticos y filosóficos.

Esta inagotable biblioteca portátil, este enjambre de ensayos en miniatura, comparte un mismo tono de conversación solipsista. El incesante monólogo interno de quien necesita explicarse el mundo y carece de los interlocutores deseados. O de la voluntad de hacerse oír. Un tímido y ensimismado moralista al cual es fácil imaginar levantando la cabeza un instante de sus minuciosas erudiciones, reflexionando brevemente y, antes de volver a enterrarse en el volumen abierto frente a él, murmullando con estoica resignación una frase que no es suya pero podría haberlo sido: «En la vida hay más que libros, ya sabes, pero no mucho más».

Caballero inglés que, al igual que Eliot, cometió el error de nacer en los Estados Unidos, Logan Pearsall Smith (1865-1946) resulta hoy un autor secreto, tal vez menor, pero indudablemente dotado de esa virtud sin la cual, según Stevenson, todas las demás son inútiles: el encanto.

Hijo de cuáqueros ilustrados y pudientes, Pearsall Smith desoyó la llamada al orden del negocio familiar y, tras pasar por la Universidad de Harvard, emigró a su patria espiritual, Inglaterra, donde pasaría el resto de su vida, adquiriendo la nacionalidad británica en 1913.

En Inglaterra, Pearsall Smith dividía su tiempo entre el distrito londinense de Chelsea y el conveniente retiro bucólico en una casa de campo estilo Tudor. En ambos escenarios transcurriría una vida consagrada a sus amadas lengua y literatura inglesas, ya fuese dedicado a la obra ajena en el papel de ensayista, editor y antólogo (especializado en autores del diecisiete como Donne, Milton y Shakespeare) o, en mucha menor medida, a la propia. En efecto, Pearsall Smith fue un entusiasta exégeta que, deslumbrado por los logros de otros y atenazado por su maniático perfeccionismo, escatimó esfuerzos creativos. O, simplemente, alguien que creía que hablar de los demás es también una manera, más velada, más discreta, de hablar de uno mismo.Con la excepción de su autobiografía Unforgotten Years (1938), aún inédita en castellano, Todas las trivialidades presenta la obra literaria completa de Logan Pearsall Smith, pues bajo este nombre el autor anglosajón fue reu-niendo, a lo largo de su vida, aforismos, anotaciones de diario y apuntes poéticos y filosóficos.

Esta inagotable biblioteca portátil, este enjambre de ensayos en miniatura, comparte un mismo tono de conversación solipsista. El incesante monólogo interno de quien necesita explicarse el mundo y carece de los interlocutores deseados. O de la voluntad de hacerse oír. Un tímido y ensimismado moralista al cual es fácil imaginar levantando la cabeza un instante de sus minuciosas erudiciones, reflexionando brevemente y, antes de volver a enterrarse en el volumen abierto frente a él, murmullando con estoica resignación una frase que no es suya pero podría haberlo sido: «En la vida hay más que libros, ya sabes, pero no mucho más».

Caballero inglés que, al igual que Eliot, cometió el error de nacer en los Estados Unidos, Logan Pearsall Smith (1865-1946) resulta hoy un autor secreto, tal vez menor, pero indudablemente dotado de esa virtud sin la cual, según Stevenson, todas las demás son inútiles: el encanto.

Hijo de cuáqueros ilustrados y pudientes, Pearsall Smith desoyó la llamada al orden del negocio familiar y, tras pasar por la Universidad de Harvard, emigró a su patria espiritual, Inglaterra, donde pasaría el resto de su vida, adquiriendo la nacionalidad británica en 1913.

En Inglaterra, Pearsall Smith dividía su tiempo entre el distrito londinense de Chelsea y el conveniente retiro bucólico en una casa de campo estilo Tudor. En ambos escenarios transcurriría una vida consagrada a sus amadas lengua y literatura inglesas, ya fuese dedicado a la obra ajena en el papel de ensayista, editor y antólogo (especializado en autores del diecisiete como Donne, Milton y Shakespeare) o, en mucha menor medida, a la propia. En efecto, Pearsall Smith fue un entusiasta exégeta que, deslumbrado por los logros de otros y atenazado por su maniático perfeccionismo, escatimó esfuerzos creativos. O, simplemente, alguien que creía que hablar de los demás es también una manera, más velada, más discreta, de hablar de uno mismo.



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