La plata coloidal Este nuevo libro de nuestra autora centra nuestra atención en un producto con una capacidad muy elevada de curar enfermedades de origen bacteriano y/o vírico. Por desgracia, todavía no forma parte del arsenal farmacéutico habitual, ya que es un remedio barato y demasiado efectivo. Por otra parte, los pacientes, por su desconocimiento, tampoco lo piden en sus visitas al médico. Es una lástima, porque es un remedio muy eficaz, que no tiene contraindicaciones de ningún tipo y que es igualmente útil para adultos de todas las edades, así como para niños, incluso recién nacidos. El empleo de la plata coloidal podría evitar males mayores, como la resistencia que desarrollan virus y bacterias ante los antibióticos habituales. Ya se dice que en un futuro no muy lejano muchos enfermos morirán por esa resistencia y porque no habrá antibióticos nuevos que puedan sustituirlos.

Este libro está destinado a convertirse en un libro de compañía, el libro que toda mujer, y muchos hombres, deberían tener en su mesita de noche, y llevar en el bolsillo cuando salen de viaje. En él no sobra ni falta una sola palabra: es conciso, claro, concreto. No dice nada que no sirva, no se va por las ramas, llama las cosas por su nombre. Ofrece a todas las personas que, desde ayer o desde hace años, recorren las consultas de médicos y terapeutas en busca de un remedio para su enfermedad, ver la luz al final del túnel, un túnel que se puede recorrer muy deprisa. En pocos días la persona empezará a estar mejor, y al cabo de tres semanas estará curada. Todos aquellos síntomas que nadie sabía interpretar, todo aquel malestar que nadie sabía quitarle, toda aquella desesperación que nadie comprendía, llegando incluso a tildar a la enferma o al enfermo de no estar bien de la cabeza, todo aquel dolor que nadie quería comprender, desaparecerán. No será necesario que se arruine comprando remedios costosos por meses y meses sin fin, no será necesario que se castigue con dietas insensatas, no será necesario que le quieran enseñar a aprender de la enfermedad. Ése será su problema, ningún médico, ningún terapeuta, tiene el derecho de asumir posturas mesiánicas. Claro que será conveniente que la persona aprenda, pero eso depende de ella, de su libre albedrío. El médico (y lo digo en el sentido más amplio) lo que ha de hacer es ayudar a los enfermos a curarse. Las enfermedades crónicas son muy pocas, y ésta NO es una de ellas. Se puede curar. Se cura.

oto Perrella, autora que ha realizado una gran labor de investigación y que también ha publicado numerosos trabajos sobre terapias alternativas en el tratamiento del cáncer, la candidiasis, así como sobre los "remedios de la abuela", nos sorprende y agasaja con una nueva obra y nuevos temas como la radiestesia y la radiónica.
Los dos temas tratados en este libro son muy complejos y controvertidos y deben ser enfocados con rigor y profesionalidad. El libro aborda, una vez más, cuestiones de salud desde una óptica poco habitual: aquí ya no se trata de utilizar remedios caseros, los remedios son simplemente virtuales, lo que significa que la persona no ha de tomar o aplicarse nada, sino que, gracias a unas máquinas, o a unos gráficos, se tratará el desequilibrio, casi siempre de naturaleza sutil, que está robando la salud de las personas aquejadas.
La autora, amante del riesgo, camina siempre sobre el filo de la navaja y no se detiene ante ningún tema por controvertido que pueda parecer.

VERDADES Y MENTIRAS DE UNA ENFERMEDAD
Este librito está destinado a convertirse en un libro de compañía. En él no sobra ni falta una sola palabra: es conciso, claro, concreto. No dice nada que no sirva, no se va por las ramas, llama las cosas por su nombre. Ofrece a todas las personas que, desde ayer o desde hace años, recorren las consultas de médicos y terapeutas en busca de un remedio para su enfermedad, ver la luz al final del túnel, un túnel que se puede recorrer muy deprisa.
En pocos días la persona empezará a estar mejor, y al cabo de tres semanas estará curada. Todos aquellos síntomas que nadie sabía interpretar, todo aquel malestar que nadie sabía quitarle, toda aquella desesperación que nadie comprendía, llegando incluso a tildar a la enferma o al enfermo de no estar bien de la cabeza, todo aquel dolor que nadie quería comprender, desaparecerán.
No será necesario que se arruine comprando remedios costosos por meses y meses sin fin, no será necesario que se castigue con dietas insensatas, no será necesario que le quieran enseñar a aprender de la enfermedad.
Las enfermedades crónicas son muy pocas, y ésta no es una de ellas. Se puede curar. Se cura.