Esta historia comienza bajo las aguas turbias de una balsa de riego. Es ahí donde el protagonista, cuando apenas tiene catorce años, encuentra el cadáver de un vecino, rodeado de basura y atado a unos bloques de hormigón. El fatal hallazgo hace saltar por los aires los felices días de su adolescencia: en el barrio no tardan en dejar correr multitud de teorías, algunas verosímiles y otras muy disparatas, sobre el ahogamiento y la implicación que el joven pudo tener en esa muerte.

Más de dos décadas después, ese mismo protagonista, ya convertido en escritor, se propone reconstruir hasta el último detalle de lo que realmente sucedió aquella mañana de verano, y para ello comienza a recabar los testimonios de quienes compartieron con él aquellos hechos y sus terribles consecuencias.

Con un extraordinario ritmo narrativo, los apuntes, fragmentos y transcripciones que conforman esta novela ajustan cuentas con nuestra parte más escurridiza: la memoria. Este es un viaje de ida y vuelta donde la escritura abre una grieta en la muerte para que se termine colando la vida.