Lo lamentamos, pero este libro no está disponible en estos momentos.
Ha tardado ocho años en “pergeñarlo” y en las 400 páginas a las que finalmente se ha tenido que sujetar, menos de la mitad de las que él quería, Joaquín Sabina desvela cómo “se la chupan en verso, codo a codo, a un servidor -él- que fellatió primero” más de 40 amigos poetas, cantantes y escritores.
“A vuelta de Correo” (Visor), que se inicia, “para que se sepa de qué polvos proceden estos lodos”, con la carta en verso que su padre le envió a la “mili”, alberga misivas, fotografías y dibujos pero, sobre todo, poemas escritos por o para “todos los que son” aunque haya bastantes que “son pero que nunca están”.
“No faltan Iscariotes disidentes, marciales epigramos, caraculo, dedo y labio, doctor, uñas y dientes, analfabetos nietos de Catulo”, es decir amigos de Joaquín Martínez Sabina que a lo largo de su vida se han intercambiado “ripios” de admiración y devoción pero también de “cabreo”.
Advierte que, aunque “ladren críticos” y “bramen talibanes”, su última creación “no es más que lo que es, ojo, ni menos” y confiesa que, sobre todo, ha sido muy “divertido” hacerlo.
El editor del libro, Chus Visor, al que Sabina dedica el último capítulo describiéndolo como “capaz de abrazar a traición a su enemigo”, revela en declaraciones a Efe que “A vuelta de correo”, que a diferencia de textos de similar envergadura es “barato” porque “solo” cuesta 30 euros, iba a ser “el doble en todos los sentidos” pero que se han quitado decenas de fotos y dibujos “para dejarlo en unas dimensiones abordables”.
El libro lo abre el recuerdo de Rafael Alberti, el poeta favorito de Sabina, según rememora en el libro Benjamín Prado, que fue quien les puso en contacto.
Antes de llegar a las lecturas conjuntas de poemas que Alberti y Sabina hicieron en 1986 y 1987, el poeta gaditano se torturaba ante Prado con la idea de que Sabina, como todos los “cantahistorias”, apareciera con su guitarra y le hiciera sombra. “Ya verás, ya. Yo no se ni para qué voy, la verdad”, refunfuñaba.
En la lectura, ni Sabina sacaba una guitarra ni nadie era capaz de competir con el talento y la magia de Alberti y el auditorio “caía a sus pies”. Al final, ya relajado, se acercaba al cantante y le preguntaba con su voz más candorosa, “hombre, ¿y por qué no te has traído una guitarra?. Yo creo que habría estado muy bien…”.
Con José Hierro, protagonista de “dos sonetos apócrifos, uno agónico y dos dibujos”, inició una “pelea” por alabarse mutuamente en inspirados sonetos, que Sabina “ganó” porque el poeta falleció cuatro días después de que el cantante le enviara su réplica.
“Es cojonudo!…gracias”, fue lo que acertó a decir cuando su yerno, Manolo Romero, se lo leyó en la habitación del hospital donde agonizaba.
“¿Enemigos? de acuerdo, pero íntimos”, ese es el resumen que hace Sabina de su relación con el músico Fito Paéz, con quien tuvo un “desencuentro” a cuenta del disco, el vídeo y la “tournee” que preparaban con “La vida moderna”, de 1998.
Paéz “había empezado” enviándole una carta para “acabar con este melodrama de chilindrinas menopáusicas mareadas”, organizado, al parecer, por decisiones en las que intervenían la discográfica y la productora en las que Sabina vislumbraba deseos de “domesticación”.
Sabina le contestó en verso, “para que lo irremediable diciéndolo se perfume con emoción de compadre”, reconociendo que no tenía caso amargarse “estando más tiempo juntos de lo deseable”.
La editorial Visor ha editado al mismo tiempo que “A vuelta de correo” la “agenda Joaquín Sabina”, un dietario que incluye letras de sus canciones, y “sentencias” suyas y de otros poetas y escritores.
ÍNDICE
Prólogo de Joaquín Sabina. Rizando el rizo
Rafael Alberti. Dos recuerdos y un mono azul
Moncho Alpuente. Una fuente sonetil y un mes de abril
Luis Eduardo Aute. Dos textos, una sola melodía
Carlos "Baracoa". Un fragmento de diario ultrasecreto y unas coplas funerales
Ana Belén. Una prosa generosa y unas rosas
Felipe Benítez Reyes. Una prosa, un collage acoplado, un soneto,una mariscada, un urdangarindo
Alfredo Bryce Echenique. Dos emilios y un brindis
Pepe Caballero Bonald. Dos sonetos, unas coplas, ¡qué décimas, Caballero! y dos boleros
Roberto Fabelo. Son de pingas en Cuba
Antonio Gala. Dos sonetos y un tarjetón
Abraham García. Cinco sonetos en escabeche y unos berros al pil pil
Luis García Montero. Una prosa, dos sonetos, dos canciones
Juan Gelman. Dos manojos de tercetos en cadena y un estrambote
José Luis Gómez. Dos cartas y unas coplas sin excusa
Ángel González. Cuatro sonetos y un estrambote por bulerías
Belén Gopegui. Más de cien preguntas
Almudena Grandes. Dos prosas, cuarenta dedos (dicen que es soneto) y un corazón helado
José Hierro. Dos sonetos apócrifos, uno agónico y dos dibujos
Javier Krahe. Todavía se nos empina
José Antonio habordexa. ¡Vayanse ustedes a la mierda!
Rosa León. Ripios municipales
Subcomandante Marcos. Cuaderno lacandón para un enmascarado respondón
Juan Marsé. Artículo y coplas pijoapartescas
Carlos Marzal. Un piano a siete manos, dos solos de diana valenciana, un vis a vis, dos hermanos gemelos sicilianos
Eduardo Mendicutti. No sin mi Susi
Javier Menéndez Flores. Autocrítica, autobiografía, autorretrato
Rosa Montero. Un pregón, unas coplas
Luis Muñoz. Si menor en años, mayor en prez
Fito Páez. ¿Enemigos? De acuerdo, pero íntimos
Violeta Parra. Dos ramitos de violeta de y para Violeta
Benjamín Prado. Cerca del prado en soledad amena
Victoria Prego. Un prefacio y un soneto
Miguel Ríos. Boinas fuera
Silvio Rodríguez. Con dios, con el diablo
Daniel Samper Pizano. Primo hermano en el ripio colombiano
Joan Manuel Serrat. ¡Qué culé, qué charnego, qué paisano!
Chávela Vargas. Las amarguras no son amargas
Pancho Varona. Como músico no es mala persona
Juan Vida. Sin ir más lejos
Luis Antonio de Villena. Qué pena de matrimonio
Chus Visor. Capaz de abrazar a traición a su enemigo.