Una vía indispensable para el conocimiento de un pensador es aproximarse a aquellos con los que convivió y tomó, en cierta forma, como modelos. Sin pretensión de exhaustividad a ello se dedica este libro, en el que un grupo de estudiosos de la filosofía española y del pensamiento de Marías reflexionan acerca de las influencias recibidas y también ejercidas por él. En primer lugar, sus maestros propiamente dichos: Ortega, García Morente, Zubiri, Unamuno. Después algunos de sus amigos: Lafuente Ferrari, Zambrano, varios teólogos; y especialmente su mujer, Lolita Franco. Por último, ese sucedáneo del trato humano consistente en frecuentar los personajes de la ficción literaria o cinematográfica.
El libro, que contiene cartas inéditas de la correspondencia entre Marías y Zambrano, además de una foto del filósofo no publicada hasta ahora, y se cierra con La muerte del cónyuge, desgarrador testimonio de Julián Marías a propósito de la muerte de su mujer, Dolores Franco.

La enseñanza de la filosofía no consiste en promover el seco y estólido aprendizaje de un sistema, es más bien un dejarse impregnar por la actitud filosófica a través del trato con los grandes textos de la filosofía. Esa impregnación es lo que llamamos aprender a pensar, en el sentido de apropiarse de la filosofía como actividad. La ejercitación en los textos de la gran filosofía, la frecuentación de los grandes pensadores es una práctica muy particular en ella llega un momento en el que, imperceptiblemente, uno se encuentra de pronto “dentro”, pensando como ellos, discutiendo con ellos y llevado por las mismas inquietudes y los mismos problemas, que ahora se reconocen como propios. Pero ese encontrarse ya dentro, a pesar de su apariencia misteriosa, no surge de la nada es el resultado de un proceso, incluso de una técnica, a veces puramente implícita, pero plenamente real.