En Urtain, Felipe de Luis Manero ha recreado la vida y la muerte de aquel boxeador que fue un auténtico «ídolo de masas» en los años finales de la dictadura; un héroe popular en el que la gente del común depositó la esperanza de, por una vez, ganar algo. Y, más allá de contarnos la historia trágica del inesperado camino de Urtain a las alturas, de sus peripecias —con sus claroscuros— y de su posterior e irremediable caída en desgracia, el autor ha trazado con este libro un sugerente retrato de la España tardofranquista.

En la segunda mitad de la década de los ochenta, el modesto equipo de pueblo Juventud Cambados protagonizó una sorprendente historia de éxitos deportivos, lujos y excesos de la mano del contrabandista y narcotraficante José Ramón Prado Bugallo (Cambados 1955)?conocido como Sito Miñanco?, jugó en su juventud en el equipo de su pueblo y años después accedió a la presidencia con el beneplácito de su tío, siempre ligado a la entidad deportiva. El equipo, que militaba en categorías regionales en 1986, encadenó una serie de rutilantes triunfos que le hicieron rozar el ascenso a la segunda división A.
A medida que se va desarrollando la historia del meteórico ascenso del equipo, van surgiendo dilemas: si los futbolistas eran conscientes del origen de sus ganancias, ¿fue reprobable su comportamiento? ¿Qué cuota de responsabilidad tienen los políticos, periodistas y diferentes cargos públicos que sabían a lo que se dedicaba Miñanco y le dejaban hacer? La desmedida veneración de los vecinos hacia el narcotraficante ¿se sustentaba en algo que no fuera el mero interés material?
Estas y otras cuestiones éticas desembocan en algunas preguntas de difícil respuesta.