978-84-696-4201-6
ABRACADABRA, COLE DE MAGIA PARA APRENDER A LEER, 6. ¡NO MAS PEDOS, GODOFREDO!
BARBARA FERNANDEZ
Editorial: BRUÑO Fecha de publicación: 28/03/2024 Páginas: 48Formato: Rústica
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¿Somos, o no, una nación histórica? A responder esta pregunta dedicó José Ramón García Fernández, Monchu’l Cura, toda una vida: conocer nuestra propia historia, recopilar datos, copiar textos «in catena» de doctos autores, aportar ideas y componer así un relato. Astures, gens Hispaniae es el resultado. Gente astur, nación de los asturianos, dentro de las de Hispania, así se nos conocía en la alta Edad Media y entender y asumir todo ello forma parte de nuestra historia. Pensar libremente es bueno. Pensar correctamente es mejor. Por todo ello, conocer bien nuestro pasado, nuestros linajes, la presencia del cristianismo, las distintas fases de la evolución de las Iglesias, su carácter sustentador y la influencia de todo ello en la edificación de la vieja Europa va ayudarnos hoy a construir, entre todos, un futuro cada vez más sólido, plural y abierto. Un porvenir del que este libro ya forma parte.
José Ramón García Fernández (Villaviciosa, 1936) fue –y es– el fíu de Ramón el Coxu; luego, Monchu, el cura; más tarde, Monchu, el pintor, y ahora todo el mundo sabrá –si es que alguien no lo sabía– que Monchu es también, escritor, ensayista, historiador… un verdadero intelectual: acreditado, querido, eminente y eminentemente popular. Polémico, sin pretenderlo, es polemista, sin pretensiones; comedido en el diálogo, cortés en las formas, enérgico en el argumentario, ponderado en la expresión, flexible ante la razón ajena y comprensivo ante la sinrazón, de cualquier procedencia. Siempre tuvo claras sus prioridades y a ellas sirvió con orden y lealtad; disciplinado, pero no sumiso –tampoco insumiso–, y si cuestiona a la jerarquía lo hace sin salirse de (la) madre (santa Iglesia), ni faltar al respeto ni a la obediencia debida. Solo Monchu podía hacer un libro como este.
"Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino." Con estas palabras Clara Campoamor situó a los diputados de las Cortes Constituyentes de la II República española ante su responsabilidad en la aprobación del sufragio femenino.
Campoamor fue un ejemplo rotundo de mujer determinada, inteligente y valiente. Fue la segunda abogada en colegiarse en Madrid y la primera diputada en dirigirse al resto de los parlamentarios. Lo hizo para reclamar el reconocimiento del derecho de la mujer al voto. Fue un camino difícil y lleno de sinsabores. Pero lo consiguió. Luego Clara cayó en el olvido. Olvido del que viene por fin siendo rescatada.