El anticlericalismo histórico en los países católicos de Europa meridional tuvo manifestaciones que mantuvieron ciertas constantes. Las circunstancias políticas y los cambios sociales amoldaron los tópicos de su discurso como parte de un repertorio de lucha política y cultural, pero sin renovarlo muy a fondo. Con raíces medievales y en los tiempos de la Reforma, ese discurso quedó básicamente armado en el siglo XVIII y se difundió ampliamente en el XIX, un siglo XIX ?extenso?, que debe, en este aspecto, incluir los dos primeros decenios del XX. El interés historiográfico hacia el anticlericalismo se ha centrado mucho más en sus registros políticos y en las manifestaciones de la acción colectiva que inspiró, con detrimento de su dimensión discursiva e ideológica. La multitud de textos de todo tipo, desde tratados de controversia a libelos o novelas y folletines, sin olvidar representaciones gráficas, da cuenta de la difusión que el discurso anticlerical conoció, con un corpus de argumentos e imágenes sin cuya consideración no cabe entender debidamente las expresiones violentas con las que se manifestó. En este libro se pretende trazar las líneas principales del marco intelectual del anticlericalismo, correlativo a su dimensión política y de movilización social, atendiendo preferentemente a su desarrollo en Francia y en España.

La personalidad de Edmund Burke es algo más compleja y rica de lo que se da por sentado cuando se le identifica como articulador ideológico del conservadurismo anglosajón. Su reacción frente a las primeras fases de la Revolución Francesa de 1789, desarrolladas fundamentalmente en su más conocida obra, Reflexiones sobre la Revolución de Francia, se caracterizó por la desconfianza hacia la especulación abstracta como fundamento de las instituciones políticas y, por el contrario, la defensa de la tradición y la continuidad histórica como garantía de su eficacia, un punto de vista que forma parte del acervo ideológico del conservadurismo moderno. Pero al mismo tiempo, para la tradición liberal anglosajona del siglo XIX Burke fue en lo esencial uno de los suyos por su oposición a los intentos de la Corona por ampliar su margen de acción política, su postura ante la resistencia de los colonos norteamericanos a las medidas fiscales metropolitanas o su activa reprobación de los excesos de la administración colonial en la India. Todas esas tomas de posición las llevó a cabo como político activo en la vida parlamentaria, de forma que la política práctica de la Gran Bretaña de la segunda mitad del siglo XVIII, cuyos engranajes llegó a conocer a fondo, enmarcó su vida y su pensamiento

Separata facticia de ARBOR. 23,5x16,5. 5 pp. Madrid, marzo 1978.
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