www.paquebote.com > BARNES JULIAN
Stuart y Gillian se conocen en una reunión organizada en un hotel por una agencia matrimonial que organiza cócteles para solteros de buena posición que, por diversas circunstancias, tienen una escasa vida social. Stuart es un cuadro medio de un banco, un buen chico, sensible aunque algo soso, y Gillian una restauradora de cuadros encantadora. Se casarán, pero entra en escena Oliver, el mejor amigo de Stuart, bohemio y presunto dandy, que se las da de conocer mundo aunque no ha pasado de Marbella, quien se enamora perdidamente de Gillian. Y Barnes obsequia a los lectores con su moderna versión del triángulo eterno. Pero, claro está, todas las historias son antiguas y del genio de un escritor depende la novedad de la versión. Y Julian Barnes, con su fascinante versatilidad, nos ofrece en los monólogos de los tres vértices del triángulo y de algunos actores secundarios, pero no menores, una versión irónica, despiadada y compasiva a un tiempo, resplandeciente y con tantas facetas como un diamante, de los usos y costumbres sociales, sexuales, verbales y amorosos de nuestros contemporáneos.
Un despliegue de gran audacia técnica y elegante virtuosismo, al servicio de una amenísima trama en la que se alterna la ficción con hechos reales muy imaginativamente ordenados. Un libro que ha tenido un extraordinario éxito, tanto de crítica como de ventas, y ha recibido numerosos galardones. Esta novela no trata sólo del loro que aparecía en Un coeur simple, sino también de ferrocarriles y de osos; de Francia y de Inglaterra; de la vida y del arte; del sexo y de la muerte; de George Sand y de Louise Colet; de los (odiados) estudiosos de la obra de Flaubert y de las virtudes del lector «aficionado». Y todo ello de la pluma de un enigmático narrador, el doctor Braithwaite, apasionado por Flaubert, cuya vida y secretos nos son progresivamente desvelados.
Afortunadamente para los lectores y para la literatura, Julian Barnes ha sido siempre un escritor imprevisible. Capaz de forzar hasta el límite las formas de la novela, de proponer el juego de las ideas allí donde sólo se espera el placer de una historia, nos ofrece ahora una caleidoscópica colección de cuentos que, como todo en Barnes, es mucho más de lo que parece. Y así, una serie de historias aparentemente inconexas, adquiere por arte de birlibirloque literario una perfecta e iluminadora unidad.
¿El hilo conductor? La oposición Inglaterra-Francia, la fascinación de la isla por el continente, Francia como el Otro absoluto de Inglaterra, tan cercano y tan lejano, la imagen irreconocible en el espejo.
En Interferencias, un compositor que ha despreciado toda su vida la sensata mediocridad inglesa, un espíritu libre y nietzscheano, espera ansioso antes de morir la transmisión de su última obra en la BBC.
Un experimento cuenta, en muy diferentes versiones, el encuentro de un pequeño burgués inglés con los popes del surrealismo. Para siempre jamás es la historia de una lingüista cuyo hermano murió en la Gran Guerra y que pasa cada año sus vacaciones en Francia dedicada a la ardua tarea de evitar el olvido, y en La ermita, dos mujeres huyen de una opaca vida de solteronas visibles y lesbianas ocultas y construyen su paraíso en el Medoc.
Gnosienne nos revela la aventura patatísica de un escritor inglés invitado a un curioso congreso literario en la Francia profunda, y Túnel, el último relato, nos traslada al siglo veintiuno, cuando otro nostálgico escritor -¿o quizá el mismo?- cruza una vez más el Canal de la Mancha y el túnel de la memoria y escribe un volumen de magníficos cuentos -estos que hemos mencionado y otros más hasta sumar diez- que acontecen en el espacio de tres siglos y de un vasto océano de malentendidos y fascinaciones, y en los cuales el paso del tiempo, la felicidad y la muerte son la sustancia de una obra sutil y perfecta como una filigrana.
La historia del mundo que nos cuenta Julian Barnes comienza en el arca de Noé y termina en el Paraíso, y entretanto la cruzan navíos diversos: la balsa de la Medusa, que inspira la célebre pintura de Géricault; el Saint Louis, un barco de «condenados», que tras zarpar rumbo a La Habana con 937 judíos alemanes expulsados de cárceles y campos de concentración, recorrió medio mundo sin que ningún país aceptara su cargamento, por lo que tuvo que poner rumbo a Alemania; la frágil barca en la que se hace a la mar una australiana desesperada y quizá loca, convencida de que el mundo ha sido arrasado por la guerra atómica; y hasta la nave espacial de un astronauta que encuentra a Dios en los espacios, nunca mejor dicho que cada uno tiene el Dios que se merece y acaba «redescubriendo» el arca de Noé en el monte Ararat, en uno de los irónicos equívocos con que Barnes obsequia a sus lectores.
Un despliegue de gran audacia técnica y elegante virtuosismo, al servicio de una amenísima trama en la que se alterna la ficción con hechos reales muy imaginativamente ordenados. Un libro que ha tenido un extraordinario éxito, tanto de crítica como de ventas, y ha recibido numerosos galardones. Esta novela no trata sólo del loro que aparecía en Un coeur simple, sino también de ferrocarriles y de osos; de Francia y de Inglaterra; de la vida y del arte; del sexo y de la muerte; de George Sand y de Louise Colet; de los (odiados) estudiosos de la obra de Flaubert y de las virtudes del lector «aficionado». Y todo ello de la pluma de un enigmático narrador, el doctor Braithwaite, apasionado por Flaubert, cuya vida y secretos nos son progresivamente desvelados.