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1ª edición.
Letras Hispánicas. Ed. Domingo Ródenas
Antonio Azorín responde a un clarísimo intento de renovación
estética en franca ruptura con las formas narrativas del
Realismo y el Naturalismo; la crítica ha dado buena cuenta de
estos aspectos: fragmentación de la narración, impresionismo,
atención al sentimiento de la temporalidad y al paisajismo, estética
del reposo, etc. Y no es, como quisieran algunos críticos,
una novela sin acabar, sino que
posee un final claro y ejemplar,
que vincula la obra a las más
decididas experiencias narrativas
de nuestra modernidad
contemporánea.
En 1901 publicó José Martínez Ruiz (1873-1967), que pronto firmaría ya como «Azorín», su primera novela Diario de un enfermo, el inicio de un proyecto narrativo original en la literatura española que, desde la crisis del nihilismo, establece un itinerario vital en la línea de una pequeña filosofía. Pocas experiencias novelescas de estilo más europeo que la novela azoriniana, de estilo límpido y expresión serena, pese a la tensión intelectual que manifiesta. El profesor Francisco José Martín, de la Universidad de Siena, en Italia, es un especialista en el pensamiento literario del primer tercio del siglo XX. En esta edición, convenientemente introducida y anotada, recupera el texto original, salvándolo de las modificaciones espurias que sufrió por distintos motivos. Puede así leerse en su estado primigenio una novela mayor y característica de la novela española moderna.
El maestro de la prosa que fue Azorín escribió, a lo largo de su vida, un gran número de narraciones breves en las que describe "lo maravilloso desperdigado en la vida diaria". Su estilo desenvuelto, como si nos hablase de viva voz, el tono casual y los precisos detalles de las personas y lugares convertirán al lector en miembro de una de esas tertulias de café en las que comienzan muchas de estas historias.
Antonio Azorín responde a un clarísimo intento de renovación estética en franca ruptura con las formas narrativas del Realismo y del Naturalismo: la crítica ha dado buena cuenta de estos aspectos: fragmentación de la narración, impresionismo, atención al sentimiento de la temporalidad y al paisajismo, estética del reposo, etc. Y no es, como quisieran algunos críticos, una novela sin acabar, sino que posee un final claro y ejemplar, que vincula la obra a las más decididas experiencias narrativas de nuestra modernidad contemporánea.