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No constituye este libro un tratado sobre la caridad, sino un conjunto de reflexiones sobre el amor a Dios y el amor a los demás. Se considera este gran tema en algunos de sus principales aspectos, con particular referencia a la relación entre esos dos amores -a Dios y al prójimo-, que constituyen una única caridad. Surge de ahí abordar temas tan variados e importantes como la misericordia, la libertad, la justicia, el humanismo, la vida moral, la fraternidad, la oración, la fe y la esperanza, la conversión, la paz y la alegría, o la medida y el orden de la caridad. Entender correctamente la unidad de las dos facetas de la caridad, con sus múltiples implicaciones, contribuye en gran medida a la comprensión de cómo y por qué en la caridad está la esencia de la vida cristiana, que es la vida de los hijos de Dios en Cristo. Y todo ello por la gracia del Espíritu Santo, Amor increado. A esta comprensión se intenta colaborar aquí, procurando escuchar a Dios en la Sagrada Escritura y siguiendo especialmente, además del Magisterio de la Iglesia, las enseñanzas de san Josemaría Escrivá de Balaguer y, para ciertos aspectos, las de algunos Padres de la Iglesia y las de santo Tomás de Aquino.
«Esmídea es el mundo donde yacen Cristalia, Atlania y otras patrias, unidas por idioma, religión y cultura. En medio de este entorno paradisíaco de anchos mares, donde brilla la esmeralda y crecen las orquídeas, el sol manifiesta su esplendor. Pero el apetito tiránico, que acecha la libertad adondequiera, ha sometido a sus naturales a los juegos de poder de duros opresores. Con promesas de libertad y democracia, cada tirano obtuvo el apoyo de su pueblo, para luego, una vez en el poder, traicionarlo e imponerle un yugo peor que el anterior, del cual prometió liberarlo. En tal escenario, el espíritu rebelde enfrenta al opresor y a causa de la reacción, los perseguidos se ven obligados a la aventura de atravesar los mares en precarias barcazas, con las que pronto alcanzarán la etiqueta de náufragos: madres, que pierden a sus hijos en el intento de cruzarlos, pescadores, obreros, campesinos, expatriados, en fin, que, aún ganando la otra orilla, mueren después ahogados por la nostalgia del regreso. Otros, a los que su aporte no le ha sido contado en los países del arribo, son maltratados; y olvidada su calidad de refugiados, resultan deportados. La metáfora esmideana recoge la lucha de los pueblos por la libertad, que deja su impronta en esta pintura íntima de la tiranía.»