Un llibre incòmode, necessari, per reflexionar sobre el passat, el present i el futur de Barcelona.

Barcelona no està bé. Ho diu tothom. Fins i tot els que creuen que no cal fer res per tornar a anar bé. Ja ens entenem. El neguit per la ciutat és compartit i present a la nostra vida.

Aquest llibre manté que Barcelona és una ciutat naturalment conflictiva, dialèctica. Nascuda i viva per a la discussió, el debat i la irresolució. Barcelona mai no estarà acabada. Barcelona és una ciutat sense solució.

I desmunta la mentida del model urbà de «parc d’atraccions», que ens ven una ciutat sense conflictes, cosmopolita, plena d’atractius que no ens interessen, mentre que els veïns són expulsats físicament i sentimentalment d’una ciutat que ja no és nostra, tot i que encara no l’hem perduda del tot.

Barcelona no té solució planteja com es pot arribar a solucions davant l’expulsió de la gent, la memòria i l’esperit. Perquè volem ser veïns de la ciutat més fascinant, incòmoda, bella i revolucionària del món.

La crisis no es una crisis, sino un asalto al poder absoluto por parte de las élites del capitalismo global. Es el arma de la posteconomía, una fase del sistema en la que el capitalismo está mutando hacia una forma nueva del feudalismo: recorte de libertades y de prestaciones sociales, extensión sin límites de la pobreza...

La economía no es, como pretende, una ciencia, sino una religión. Vivimos sometidos a la econocracia, que reduce la vida a cifras y modelos. "Divertidísimo" (El Pais), este ensayo ataca los dogmas de la casta sacerdotal de los economistas.

2ª edición. (1ª edición: 2012).
«Madrid, 30 de octubre (2012). El periodista y escritor Antonio Baños presentó esta mañana en la librería La Central de Callao en Madrid su nuevo libro, Posteconomía. Hacia un capitalismo feudal (Ed. Libros del Lince). “La imagen del señor Amancio Ortega repartiendo doblones de oro a los pobres, para que las monjitas los administren, como si fuera un señor feudal, es una clara demostración de lo que está ocurriendo en esta nueva era, las formas de los ricos y millonarios son cada vez más medievales, ha llegado el neofeudalismo, el capitalismo feudal.» (eldiario.es).

La crisis vista a pie de calle por un mileurista.
Vamos de cabeza a una Nueva Edad Media. Así lo delata el único autor que habla de la crisis desde la calle, Antonio Baños Boncompain. Que, además, sabe cuál es la solución. El nuevo capitalismo feudal nos ha convertido a todos en anticapitalistas.
Con tanta erudición como apasionamiento, y desde una perspectiva de mileurista hijo de la tradición libertaria, Antonio Baños Boncompain describe el mundo hacia el que nos están llevando irremisiblemente: la crisis como arma; los economistas como sacerdotes; los poderosos como señores de la Deuda... y todos los demás: trabajadores en precario, funcionarios con sueldos recortados, jóvenes desempleados de por vida, ancianos sin protección social, convertido en siervos de este feudalismo.
Nos han dejado sin nada, ni siquiera dignidad. Pero nos han convertido en anticapitalistas, lo queramos o no. Y somos muchos. Si jugamos bien nuestras cartas, NOSOTROS SOMOS LA SOLUCIÓN.
Por cierto, la magnífica ilustración de cubierta es de Miguel Brieva

Antonio Baños Boncompain es un cuarentón en el paro que un día, harto de sufrir los reveses de la economía, decidió acabar con esa pseudociencia dejando de prestarle atención. Nació y vive en Nou Barris, en Barcelona. Su vida ha sido variada y extemporánea pero ha estado regida siempre por los cánones propios de un pensador de principios de siglo: fidelidad al mileurismo y una firme adhesión a la precariedad, tanto laboral como intelectual.
Periodista de oficio, ha cubierto acontecimientos singulares como los Juegos Paralímpicos de Barcelona, la campaña electoral de José Mari Aznar del 2000 y un campeonato de Scalextric en Igualada. Ha trabajado en revistas de gran difusión, como Panadería y Molinería, Vida Apícola, Ajoblanco y Apnea, revista de submarinismo, y es colaborador de Qué Leer y El Periódico. Nunca ha permitido que su interés por la economía política afectase a su cuenta corriente. De él se podrán decir muchas cosas pero nadie podrá acusarlo de haber tenido éxito. Con este libro alumbra, sin embargo, la pragmática idea de desmontar el sistema capitalista sin moverse del sillón. ¡Suerte!

“Odio y amo. Quizás me preguntes por qué. / No lo sé, pero así lo siento. Y sufro.” Con este breve pero intensísimo dístico, Catulo, poeta latino del siglo I a. de C., inaugura la tradición lírica occidental que intenta expresar, en su radicalidad, las paradojas del sentimiento amoroso. Un sentimiento -el amor erótico- que, en Catulo, oscila entre la afectividad más sublime y la sensualidad más instintiva y obscena de la pasión sexual. Una pasión que no se detiene ante tabúes, normas, leyes ni morales establecidas. Si Catulo aún es visto como un poeta marginal y cuasipornográfico, esta marginalidad ya fue puesta de manifiesto en su época, cuando la República Romana entra en su ocaso.
Pero Catulo también es hijo de las contradicciones de su tiempo, un siglo de profundos cambios políticos (el paso de la República al Imperio) y morales (la evolución de una mentalidad patriarcal y de una sexualidad ‘ortodoxa’ a otra más libre y ‘heterodoxa’, en la que nuestros actuales conceptos de ‘heterosexualidad’ y ‘homosexualidad’ se ponen en cuestión).
Con este ensayo, José Antonio Baños intenta acercar al lector no especializado a un poeta y una época de la historia romana que, como la nuestra, también se encontró insegura ante una profunda crisis de valores. Al igual que en su anterior trabajo sobre el homoerotismo en la poesía griega antigua, aquí también se combinan didactismo, amenidad y rigor, dando a conocer al gran público a un poeta que, hasta el presente, ha sido maltratado por una moral hipócrita y maniquea.

De niño sus hermanos lo llamaban «Tonio». En el colegio lo llamaban «Pique la lune», pincha la luna, por su nariz respingona y su mirada siempre perdida entre las nubes.
Los pobladores del desierto lo llamaban «el comandante de los pájaros», porque iba veloz como una flecha por el cielo con sus aviones.
Consuelo, su esposa, lo llamaba «Pez volador», «Tonnio», «Papú», porque lo amaba y le gustaba ponerle muchos nombres diferentes.
Él se definía «campesino de las estrellas», porque se sentía habitante de un planeta errante suspendido en la Vía Láctea.
Su nombre de bautismo es Antoine de Saint-Exupéry, aunque ahora muchos lo conocen como «El Principito».