El defensor

• Estado: Bueno, con marcas de óxido en algunas páginas.
• Introducción de Juan Marichal.

Si bien la voz lírica de Pedro Salinas (1891-1951) es la más real, la más eterna, la lectura de sus ensayos generales —apenas conocidos en España— nos revela a un nuevo Salinas. A pesar de ese vivir "fronterizo" del hombre que ha perdido su morada natural, la desesperación de Salinas en ei exilio no le impidió seguir viviendo, corno antes en la Península, el drama totai de
la vida. Desterrado en «el mundo de las máquinas» -Estados Unidos-, Salinas creía que el endiosamiento de la técnica y el progreso utilitario habían extraviado al hombre. Progresivamente manifestó su condena por los medios de destrucción empleados durante la última guerra mundial y su repulsa hacia el predominio de las actitudes ideológicas generadoras de esos males. Veía como el desenfreno «racionalista» y tecnológico habían cegado al hombre y le llevaban a la autoinmolación. Por ello quiso Salinas constituirse en el defensor de una serie de formas tradicionales dé la vida espiritual que él estimaba sumamente valiosas y que sentía gravemente amenazadas.
Esta edición de El defensor puede considerarse prácticamente corno la prinera, ya que la de 1948 -publicada por la Universidad Nacional de Colombia-coincidió con el llamado «bogotazo» y quedó sepultada, casi en su totalidad, en un
húmedo depósito universitario.