Todos nazis «Cómo España se llenó de "fascistas" hasta que llegaron los fascistas»

Más de 100.000 lectores aún no han quemado este libro.

Vaya, parece que te gusta echar un vistazo a los textos que acompañan a un libro antes de comprarlo. Te creerás muy original. ¿Sabes a quién le gustaba hacerlo?

¡A HITLER!

Ahora que ya van cayendo las caretas, debes saber que en este libro hay nazis, lazis y feminazis. Y unos señores de extrema derecha que por alguna extraña razón son antinazis. Y también pronazis.

Es largo de explicar... Mejor compra este libro y déjate empapar por su propaganda cual discípulo de Goebbels. Y cuando acabes de leerlo... quémalo.

La crítica ha dicho de Aleix Saló...
«Sencillo, directo, sarcástico, crítico, cínico, amable y mala uva.»
Peio H. Riaño, El Confidencial

«Saló pone sobre el papel lo que todo el mundo piensa y en la que llama a las cosas por su nombre.»
Carmen Jiménez, La voz de Almería

«Llega a lo macro con la retórica de lo micro, inconfundible sello de la casa, y adereza el intento con toneladas de esa pedagogía exacta, divertida y desacomplejada que tanto se le aplaude a Saló.»
Rubén Díaz Caviedes, El Confidencial

«Un pequeño genio del humor nacional.»
Rolling Stone

«Lúcidas viñetas y didácticas explicaciones.»
Anna Abella, El Periódico

«Que la línea amable de los dibujos de Saló no lleven a engaño. El autor contextualiza, entra a fondo en cuestiones clave y reparte mandobles a diestro y siniestro entre los poderosos.»
J. P. Velázquez-Gaztelu, El País (Negocios)

«Humor y buenas dotes de observación.»
Justo Barranco, La Vanguardia

«Un hombre talentoso e independiente.»
Carlos Rodríguez Braun, Expansión

«Conjuga sencillez con profundidad.»
Javier Tahiri, ABC

«Sátira que debería emplearse como manual de instrucción en colegios, universidades y sobre todo, en los partidos políticos.»
Alfonso Vázquez, La Opinión de Málaga

«Aleix Saló es un observador ácido, airado con el presente que le toca vivir pero perspicaz a la hora de analizarlo.»
Octavio Beares, Faro de Vigo

«Su lúcida ironía le ha hecho despuntar.»
Vanessa Graell, El Mundo