Es un tópico decir que la literatura española fue siempre poco dada a los vuelos imaginativos, que la semilla de lo fantástico no daba fruto en nuestro suelo, que el sol mediterráneo impedía los devaneos propios de pueblos más gélidos y nebulosos. Sin embargo, pese a las sesudas explicaciones que teóricos de la literatura han dado durante siglos a esa carencia del ensueño y la alucinación en España, la imaginación es caprichosa y nada sabe de fronteras o países. Olvidada por la crítica oficialista, desterrada de los estudios literarios, hubo durante el siglo XIX toda una corriente subterránea autóctona entregada sin complejos a los desmanes y al trastorno mental, una tendencia que corría paralela al romanticismo y a contracorriente del realismo, y en la que no era raro el humor negro, el trazo grotesco o el delirio de la razón.

La siguiente antología de relatos rescata relatos publicados en revistas y antologías decimonónicas, muchas de ellas surgidas de las plumas de autores hoy olvidados o sólo recordados por afanosos eruditos y bibliófilos. En ella encontrará el lector un abigarrado y no siempre sensato catálogo de maquinaciones que en nada tienen que envidiar a otras literaturas europeas: momias egipcias que vuelven a la vida, científicos locos obsesionados por rudimentarias variantes del trasplante de órganos, tentadoras diablesas y horribles demonios, brujas goyescas, vampiros psíquicos, hombres fiera y animales que se comportan como hombres..

El espectro temporal que cubre los textos abarca un período amplio que recorre casi todo el siglo XIX y diversos movimientos, comenzando por el Romanticismo y siguiendo por el Realismo, Naturalismo e incluso Modernismo. De alguno de nuestros autores no existen – o son muy escasas- noticias ni biográficas ni bibliográficas más allá de breves reseñas en los volúmenes de dónde se han extraído los relatos. Incluso hay quién se parapeta en el anonimato –práctica frecuente en los relatos publicados en la prensa, tal es el caso del cuento “Las Brujas de Barahona; otros aparecen como escritores menores e incluso desconocidos, es el caso de Ros de Olano.

«Escrito de un modo directo, aparentemente ingenuo y aparentemente intranscendente, pero con no poco cuidado en ese estilo lleno de puntos y aparte, que sugieren –y a veces son– frases versiculares o poéticas, "El primer viaje" es, desde luego, más de lo que parece. No sólo la crisis de un adolescente peculiar, no sólo un viaje curioso a y por un país exótico buscando arte y sobresaltándose cada dos por tres; es, sobre todo, la descripción de un personaje, de un muchacho distinto, y de su íntima lucha (narrada sin aparente dramatismo, pese a la continua desazón) por ser como es, por defender y vivir (que diría René Char) su legítima rareza. (…) W. H. Auden primero y ahora Edmund White lo señalaron –o reivindicaron– como escritor gay. Homosexual lo era evidentemente Denton Welch, pero por los años en que escribió cabe suponer que no hablara directamente de ello, aunque sí sesgadamente, alusivamente. De hecho, la rara y peculiar sensibilidad (entre inocente, irritable, delicada y alerta, artística siempre) del adolescente Welch es, probablemente, lo más atractivo de El primer viaje.» (Luis Antonio de Villena).



William Burroughs afirmó que Denton Welch, todavía desconocido en español, era el escrito que más le había influido en su obra literaria. Quizá su temprana y trágica muerte le condenó a un olvido del que, por fortuna, su obra está resucitando en varios idiomas. Este libro es la narración autobiográfica del viaje que, a los 16 años, Denton Welch hizo desde la escuela de la que se escapó en Inglaterra hasta Shangai, donde vivía su padre, y, luego, por el interior de China. El retrato de las pasiones y humillaciones de las adolescencia han hecho de este libro lectura de culto para un gran número de lectores.


Periodista, escritor y pintor inglés es recordado en nuestros días, sobre todo por dos imaginativas novelas Maiden Voyage (1943) y In Yoth is Pleasure (1944). Nació en Shangai en el seno de una próspera familia de negocios el 29 de marzo de 1915 y cuyas actividades se centraban en el Lejano Oriente, fue el menor de tres hermanos, cuando su madre muere en 1926 es enviado a Inglaterra para estudiar. Educado en St. Michael’s, Uckfield y en el Repton School in Derbyshire, del cual se escapa a los 16 años. Visitaría China y vuelve para volver y estudiar arte en el Goldsmith School of Art. Un trágico accidente ocurrido el 20 de junio 1935 y cuando solo contaba con 20 años le marcará y dejará secuelas para toda su vida. Mientras montaba en bici, fue golpeado por un coche, tras una larga recuperación que parecía prometedora, Denton quedaría inválido para el resto de su vida, pero continuará pintando y sus nuevas circunstancias le instan a introducirse en la escritura hasta su muerte el 30 de diciembre de 1948 a la edad de 33 años. Maiden Voyage (1943) fue su primer libro publicado el cual atrajo la atención del mundo literario del momento. Le seguiría In Youth is Pleasures (1945), también de carácter autobiográfico, y un pequeño volumen de obras titulado Brave and Cruel (1946). Su obra no es muy extensa y con la excepción de dos novelas mencionadas y la recopilación de pequeños escritos, todas las demás obras han visto la luz póstumamente: A Voice Through a Cloud (1950), que algunos críticos la han considerado como una de sus mejores novelas y ocuparon los dos últimos años de su vida; Journals (1952); A Last Sheaf (1952), que recoge poemas, escritos y reproducciones de sus cuadros; I Left My Grandfatker’s House (1958) y Denton Welch, Selections from his published works (1963), obra que contiene una interesante introducción de Jocelyn Brooke, quien calificaría a Denton de la siguiente manera: “Yo creo que era, en el sentido exacto de la palabra, un genio. No significa que sea un gran escritor… pero su arte tiene algo de perverso, virtud demoníaca que supone la posesión de algo más que talento”.

Una selección de la mejor literatura fantástica: Edgard Allan Poe, José Saramago, Thomas Mann, Guy de Maupassant, Marqués de Sade, Horacio Quiroga, Arthur Conan Doyle y otros.

Edición al cuidado de Ernesto Pérez Zúñiga. Prólogo de iris M. Zavala.

¿Quién es el misterioso protagonista de una de las nivolas más afortunadas de Unamuno? «Le llaman -muy pocas veces, pues apenas hay quien le dirija la palabra, como él no se la dirige a nadie- le llaman o se llama Don Sandalio, y su oficio parece ser el de jugador de ajedrez. No he podido columbrar nada de su vida, ni en rigor me importa gran cosa. Prefiero imaginármela. No viene al Casino más que a jugar al ajedrez, y lo juega, sin pronunciar apenas palabra, con una avidez de enfermo. Fuera del ajedrez parece no haber mundo para él. Los demás socios le respetan, o acaso le ignoran, si bien, según he creído notar, con un cierto dejo de lástima. Acaso se le tiene por un maniático. Pero siempre encuentra, tal vez por compasión, quien le haga la partida.»

-- Selección, introducción y notas de Rodolfo Cueto.
Ei vampiro ha acompañado al hombre desde la noche de los tiempos, ha sido su inseparable pesadilla, su terror más antiguo. Pero ese horror se agudiza si a su capacidad de destruir se alía un irresistible poder de atracción. Es por ello que su réplica femenina, la vampira, se convirtió en el emblema por excelencia de todo lo deseado y temido a un tiempo, porque era imposible escapar a una belleza letal que era sólo preludio a la perdición. Nuica había imaginado la literatura un ser tan peligroso: ya no era una criatura monstruosa que acechaba en la oscuridade los cementerios, sino un ser fascinante que se movía con soltura en sociedad 'y sabía ganarse la voluntad de sus víctimas. Y el hombre nunca había estado tan asustado, pues se sabía atrapado en las garras de la más pérfida seducción, como la mosca que espera ser devorada por la araña.
Esta antología reúne una serie de relatos que tienen como protagonistas a estas temibles vampiras, todos ellos inéditos hasta ahora en castellano escritos a finales del siglo xix y principios del xx, precisamente en el mismo período en que Bram Stoker publicó Drácula (1897). Un plácido barrio residencial, la hermosa campiña italiana, una remota aldea de Bretaña, un castillo escocés o un elegante hotel pueden dar cpbijo a la vampira. Y ya no será nunca más un eco de miedos remotos ni de cuentos de aldea narrados al amor de la lumbre: se ha hecho cosmopolita y ahora está ahí, a nuestro lado.

D. H. Lawrence (1885-1930), uno de los escritores ingleses imprescindibles, se adentra en la psicología femenina como en un mundo lleno de enigmas y sugerencias. Frente a los prejuicios de una época y una tradición literaria que confinaba a la mujer a un papel secundario en el hogar o en los brazos del héroe, Lawrence se atrevió a escribir sobre mujeres emancipadas o en proceso de emancipación, mujeres sensibles al arte, mujeres inteligentes, que, si fracasan en el amor, vuelven a intentarlo; que son capaces de estimular al hombre en su desarrollo intelectual y emocional; que pueden llegar a destruirlo. Sus heroínas, podríamos afirmar, son las precursoras de las heroínas de la narrativa moderna. Esta cuidada traducción de relatos, algunos inéditos hasta ahora en español y escogidos entre toda la producción de Lawrence, es un muestrario de mujeres inquietas y poderosas en una de las prosas más originales y valerosas del siglo xx.

Los consejos a los jóvenes escritores, fue uno de los primeros pasos en el mundo de la literatura que le valió fama de caústico cuando tan solo tenía 25 años. En una alarde de cinismo dandy muestra hasta donde puede llegar. Él, el peor de los ejemplos de la época, el bohemio pertinaz se reviste de sacerdote y lanza a los cuatro vientos sus consejos a los jóvenes ansiosos que se inician en la literatura. Agrio y mordaz, asesta un nuevo golpe a la sociedad burguesa afilando cuchillos. Busca Baudelaire reconvertir el camino del joven autor, indicarle con un guiño "no hagas lo que hago, haz lo que digo". Sus consejos proponen un acercamiento burgués a la aceptación de la norma, la corrección para que se adapte a las necesidades del mercado, al éxito, alejado de los tópicos de la bohemia, rompiendo con ellos: éxito/suerte, inspiración/arrebato, pasión/odio, y en pro de una literatura rentable, profesional, creada para el público. Pero detrás de todos estos consejos él se ríe desde al barrera.

Traducción y edición de Alfonso Salazar

"Los preceptos que va a leer son fruto de la experiencia; la experiencia implica una cierta suma de errores y pifias que cada cual va cometiendo -algunas o todas son necesarias-. Yo espero que mi experiencia sea verificada con la de cada cual (...) Así aporto en estos preceptos dedicados a los jóvenes escritores una ternura fraternal".

Traducción Javier García Montes.
El hombre atormentado se publicó en diciembre de 1848; fue el último de sus Libros de Navidad, que aparecían todos los años por esas fechas y se habían convertido en toda una institución que su inmenso público esperaba impaciente. Pese a la grandes expectativas, los lectores no recibieron el libro con el mismo entusiasmo con que habían disfrutado de "Canción de Navidad" o "El grillo en el hogar". Incluso la acostumbrada versión para la escena que se preparaba inmediatamente de cada uno de ellos fracasó en este caso, aunque el propio autor había supervisado la adaptación y el cuento tenga un aire decididamente de obra de teatro.
Los críticos, por su parte, tampoco supieron muy bien cómo reaccionar ante una obra que contenía "ideas que bien podrían ser vertidas en un tratado de metafísica", según una reseña de la época. Dickens mismo había explicado que su prioridad era dejar muy clara la tesis que defendía, a saber, "que lo bueno y lo malo se alían inextricablemente en la memoria, y es imposible optar por recordar sólo lo bueno".