Edición, notas y prólogo de Andrés Sorel. 330 pp. Enc. editorial. Alianza editorial. Madrid, 1968.
Fue José Martí quien descubrió y el primero que describió al imperialismo por su nombre denunciándolo en su carácter económico, político y social. Quizás esto no se aprecie por algunos lectores porque lo hizo en una literatura hermosa donde se esconden sus mejores ideas. Hay que captarlo leyendo con detenimiento y precisión sus escritos, cargados de un riguroso y fundamentado pensamiento filosófico y, además, bien concreto. Vivió en Norteamérica entre 1880 y 1895, precisamente fue en los años en que tuvieron lugar las transformaciones que Lenin caracterizó más tarde como imperialismo, y lo definió como la fase superior del capitalismo, cuando se gestaba, según el forjador de la Revolución de Octubre, el imperialismo moderno; es decir, en el tiempo donde se articularon el capital bancario y el industrial, dando origen a la oligarquía financiera, y se produce la exportación de capitales. Las lecciones del Apóstol cubano sobre la Norteamérica de esa época señalan con claridad, con otras palabras, desde luego, este mismo hecho. Por demás, el imperialismo, tal como operó con fuerza en el siglo XX es el que José Martí descubrió y estudió: el norteamericano. Téngase además en cuenta que Lenin caracterizó el surgimiento de la fase imperialista del capitalismo y marcó su nacimiento en la intervención norteamericana en la guerra de Cuba.