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BIOGRAFIAS.GENEALOGIAS.MEMORIA
Miguel Hernández, que desarrolla el conjunto de su obra entre los años 1930 y 1941, ejemplifica a la perfección el paso que la poesía española de ese momento da desde una estética purista a una poética de lo impuro. En sus libros más maduros, el hombre radicado en el mundo pasa a ser sujeto del poema, bien en un plano individual o colectivo. Su obra no sólo da razón de un tiempo y una sociedad, sino que prefigura actitudes, tonos y visiones dominantes y caracterizadores, luego, del trabajo lírico de generaciones siguientes.
"Durante veinte intensos años (1830-1850), el romanticismo representó en España un movimiento literario de libertad y renovación. En ese período, la lírica es el género dominante, pues los postulados románticos, al intensificar el individualismo y proclamar la fuerza de los sentimientos, divinizan el ""yo"" y lo convierten en foco de su imagen del mundo y en centro único de manifestación. En esta poesía de exacerbado subjetivismo, el poeta romántico canta con dos melodías: una de exaltación apasionada, su búsqueda del ideal inefable, y otra de lamentación, la dramática caída en el desengaño."
Arcadio López-Casanova (Lugo, 1942), por su actitud lírica, cultural y lingüística de firme compromiso, puede ubicarse dentro de los poetas gallegos pertenecientes a la promoción de 1968, fecha muy connotada de lucha y espíritu de lucha. Los dos grandes ejes articuladores de «Mesteres» son la Tierra y el Exilio. La conflictiva relación del poeta con la Tierra —su sentimiento de posesión y desposesión, de atracción y rechazo, de amor y maldición, de arraigo y desarraigo— configura el concepto bisémico de exilio, que constituye el gran símbolo o parábola del libro.