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ISBN:

9788416290017

Las ganas

Editorial: Blackie Books   Año:    Páginas: 232
Formato: Cartoné, 14 x 12 cm.
Precio: 19,00
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Disponible. Normalmente se envía en 3 días.

La novela más recomendada por los libreros llega a su 2ª edición.

Benito vive desganado, aunque se muere de ganas: anda destrozado porque lleva tres años sin sexo. Por eso colecciona llaveros, sufre lo indecible cuando ve a una mujer bonita en el metro y bebe demasiado chinchón. Sólo se lo ha contado a su hermana, aunque todo el mundo, también en el trabajo, nota su abstinencia y su angustia.

Benito es químico y emprendedor (es decir: empresario pobre). Ha inventado una sustancia milagrosa que regenera la madera, pero lleva meses esperando el cierre del acuerdo con la compañía de Bristol que podría comercializarla.

Su problema íntimo y su incógnita laboral sólo podrían tener una salida: María, una chica que trabaja en una tesis sobre la madera policromada. Benito no se atreve a quedar con ella, pero se echa colonia para mandarle correos electrónicos y guarda una carpeta de «No enviados» donde le escribe cosas como: «Te quiero porque quiero parecerme a ti». Le da miedo decírselo, pero le sobran ganas de hacerlo.

Santiago Lorenzo, inventor de lenguaje y de mundos, el nieto más legítimo de Rafael Azcona y el sobrino del Eduardo Mendoza más hilarante, ofrece su novela más tierna, que se suma a otros afinados retratos de la precariedad tragicómica como «Los millones» y «Los huerfanitos». Las ganas sacia las ídem de sus ya numerosos lectores, lo consagra como un autor clave de la narrativa española y lo consolida como el máximo exponente de la risa melancólica.

«Hacía tiempo que no me reía tanto con una novela. Hacía tiempo que no me sentía tan mal por reírme.» Isaac Rosa

«Muy divertida, muy amarga, muy brillante y muy sabia. Una novela que hay que leer.» Marcos Ordóñez

«A Santiago Lorenzo no solo hay que leerlo. Hay que idolatrarlo.» Mercedes Cebrián

Santiago Lorenzo es una de las voces más originales de nuestras letras, y su última novela está siendo todo un fenómeno del boca-oreja. Gracias a la recomendación de los libreros, alcanza ahora la 2ª edición. Un premio merecido a una voz arriesgada y auténtica, a un autor clave de la narrativa española actual.

«¡Por fin un novelista joven que no se disfraza de moderno! Lorenzo es hijo de Azcona. Juegan en la misma liga. [...] Que corra la voz, Santiago Lorenzo es un escritor de aúpa. Su prosa es vivísima, ocurrente, llena de sorpresas.»
Marcos Ordóñez, El País Semanal

«La comedia de Santiago Lorenzo no lo es del todo: lo que presenciamos, sea divertido, amargo o sórdido, forma parte de la realidad, como lo hacen las películas de Berlanga, comedias marcadas por el desengaño.»
Juan Antonio Masoliver Ródenas, Cultura/s (La Vanguardia)

«Las ganas es la clase de novela que habría escrito un Tom Sharpe de Valdemoro que hubiese leído más de la cuenta a un Jardiel Poncela.»
Laura Fernández, El Mundo

«Las ganas es tierna, hilarante, tremenda y humanísima: una nueva entrega en esta comedia humana que, pieza a pieza, va construyendo este novelista de culto con minucioso estilo literario.»
Jordi Costa, Babelia (El País)

«Las novelas de Santiago Lorenzo son como un géiser de palabras en plena ebullición, un torrente de verbos imposible, adjetivos que resuenan como una detonación atómica [...] El desopilante eslabón perdido entre Rafael Azcona y Eduardo Mendoza, entre Jardiel Poncela y Benito Pérez Galdos.»
David Morán, ABC

• Se llama Santiago Lorenzo. Los astros se alinearon para que naciera un buen día de 1964 en Portugalete, Vizcaya, España, Europa, la Tierra. el Universo. Primero miró, luego observó, después filmó y ahora escribe. En todas esas etapas vivió y en ninguna hizo lo que hacen los actores: actuar. Denle una goma de borrar Milan y unas tijeras y les creará un mundo. Aunque hace tiempo que con un teclado hace lo mismo y mejor. Este artista pretecnológico de pulsaciones lentas (quizás por su corazón grande) vive a caballo (o a autobús de varios caballos) entre Madrid y un taller que ha elegido en una aldea de Segovia que podría servir para ejemplificar la recurrente expresión "alejado del mundanal ruido".



No siempre fue así. Estudió imagen y guión en la Universidad Complutense y dirección escénica en la RESAD de la capital del reino. Siempre tuvo claro que ante problemas reales, sólo sirven las soluciones imaginarias, así que en ese año constelación que fue 1992 creó la productora El Lápiz de la Factoría, con la que dirigió cortometrajes como Bru, Es asunto mío o el aplaudido Manualidades. Porque además de eso, al artista artesano Lorenzo siempre le gustó construir maquetas imposibles trabajadas con las manos: una cómoda con cajones que se abren por los dos lados, puertas por donde sólo podría pasar el Hombre más Delgado del Mundo y teatritos donde los Madelman son los protagonistas. Si no gozara del don de la escritura, podría haberse empleado en cualquier oficio antiguo: sereno, porque tranquilo lo es un rato, o jefe de estación ferroviaria, porque los trenes portátiles le gustan más que a un hombre alegre una pandereta. En 1995, produjo Caracol, col, col, que le valió pisar con calma la alfombra roja de los Premios Goya, que ganó en la categoría a Mejor Corto de Animación. Cuatro años después se empeñó en estrenar Mamá es boba, la historia palentina de un niño algo alelado, pero a la vez muy lúcido, acosado en el colegio (la película fue una de las primeras en abordar el tema del bullying) y con unos padres que, a su pesar, le provocan una vergüenza tremenda. La película pasará a la historia como uno de los filmes de culto de la comedia agridulce y podría servir como mito fundacional del post-humor que busca la risa helada e incómoda. Con ella fue nominado, para su sorpresa, al Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Londres. En 2001 abrió, junto a Mer García Navas, Lana S.A., un taller dedicado al diseño de escenografía y decorados con el que hicieron tanto muñequitos de plastilina para el anuncio del euro como la catedral que aparece en una de las entregas de Torrente. En 2007 estrenó Un buen día lo tiene cualquiera, donde volvía a elevar una historia de una persona para explicar un problema colectivo: la incapacidad, afectiva e inmobiliaria, para encontrar un sitio en el mundo (o un piso en la ciudad, para el caso).

Harto de los tejemanejes del mundo del cine, decidió cederle sus ideas a esto de la literatura, por lo que en 2010 publicó la novela Los millones (Mondo Brutto), uno de los libros del año con un gancho cómico y un golpe más bien trágico: a uno del GRAPO le toca la lotería primitiva; no puede cobrar el premio porque carece de DNI. Desde entonces, ha escrito Los Huerfanitos, se ha deleitado con ábsides de catedrales y ha continuado atacando los vicios de la sociedad de la única forma posible: con la risa, el recurso de los hombres que gozan de una inteligencia libre de presunción. También ha seguido hablando con voz grave, lanzando chanzas coheteras y fumando un pitillo a cada hora en punto con tiros cortos. Ha hecho, en definitiva, muchas cosas, pero su mayor temor continúa siendo caerse a la ría desde lo alto del puente colgante de Portugalete, patrimonio de la Humanidad desde 2006.

• Ilustración de cubierta de Ricardo Cavolo.



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